domingo, 24 de mayo de 2015

ANTE LAS CAMARAS: CAPITULO 25




Eso era todo.


Pedro contempló la foto una vez más. Paula y él aparecían besándose en el balcón. Recordó entonces cada instante de aquel beso, el ardiente deseo que había sentido, su embriagador perfume, la forma en que ella había respondido a su pasión…


¿Debía decirle a ella lo del chantaje de la foto? ¿O debería llevar él solo el asunto?


Esa foto podría hacerle más daño a él que a Paula.


Después de todo, cosas mucho peores que ésa se habían publicado sobre ella. La puerta de la habitación de Paula se abrió y él automáticamente se puso en guardia.


Paula se sorprendió al verle en el recibidor con el sobre en la mano.


—¿Es de Baltazar? —preguntó ella.


Su primo acostumbraba a enviarle a menudo algunas informaciones por mensajería.


—Tienes que ver esto —le dijo, mostrándole la fotografía con la nota adjunta.


Ella, sin prestar atención en un principio a lo que él tenía en la mano, le miró detenidamente a la cara.


Él trató de no delatarse, de que ella no pudiera leer en sus ojos lo que sentía en ese momento.


Paula contempló primero la primera foto, y luego leyó la nota.


—Al menos los dos vamos vestidos —bromeó ella.


—¡Paula!


—No es la primera vez que me pasa esto, aunque supongo que probablemente es la primera vez que te pasa a ti. Lo siento, Pedro. Lo siento mucho. Esto podría afectar a tu reputación, a tu trabajo, a tu futuro. Nunca tuve la intención de mezclarte en todo esto.


Ella parecía haberse dado cuenta inmediatamente de las consecuencias que podría acarrear aquella foto.


Pedro se convenció nuevamente de que ella no era un reclamo publicitario, de que no era de ese tipo de famosas que desean ver su nombre en las portadas de las revistas costara lo que costase.


—Es un chantaje —dijo él, muy enojado.


—Sí. Al parecer, alguien disponía de un buen objetivo. Viendo las fotos, podría haber sido mucho peor.
Para mí, desde luego. Supongo que para ti es distinto.
¿Qué quieres hacer? —le preguntó ella—. ¿Quieres que le dé el dinero a ese hombre?


—O a esa mujer —murmuró Pedro—. ¿Lo harías?


—Lo haría si pensase que de esa forma estaba evitando algo peor. ¿Podrías confiar en que alguien así mantuviera su palabra? Es un gran riesgo. Probablemente la foto es digital, por lo que tendrá al menos una copia. Ya no estamos en los viejos tiempos cuando se negociaba con los negativos.


—¿Estás diciendo que no tiene sentido pagarle?


—Por supuesto que no tiene ningún sentido. Pero no queremos que él lo sepa. Al menos de momento.


—¿Por qué no?


—Por muchas razones. Tendrás que decidir si quieres denunciar el caso a la policía, si queremos atraparle quien quiera que sea. El apartado de correos estará puesto probablemente a un nombre falso.


—Veo que ya has pasado por esto antes.


—Cuando estaba siendo acosada... —comenzó diciendo ella moviendo la cabeza— la policía estableció un servicio de vigilancia en el buzón del apartado de correos cuyo número figuraba en la carta. Sé cómo funcionan estas cosas.


—¿Y estás segura de que vale la pena todo esto?


—A mí esto no me va a ocasionar ningún perjuicio, Pedro. No sé a ti. Lo que tú decidas. Haré lo que sea mejor para ti.


Lo que fuera mejor para él. ¿Qué demonios quería decir eso? En ese momento, lo mejor para él era llevarse a Paula a la habitación y fundir sus cuerpos en el fuego del deseo, hasta que no quedase un solo pensamiento sensato en ninguno de ellos.


—Tenemos que ir a Houston —le recordó él—. Vamos a olvidarnos de este asunto hasta que regresemos.


—¿Olvidarnos?


—Ese hombre no va a hacer nada hasta que no tenga noticias nuestras. Lo único que quiere es el dinero.


—Y tú, ¿qué quieres? —le preguntó ella.


—No ver mi nombre en la prensa —respondió él rotundamente.





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