martes, 10 de marzo de 2015

PECADO Y SEDUCCION: EPÍLOGO





Está nevando! ¡Está nevando!


Josrfina corrió al estudio, donde su padre estaba colocando en la copa del árbol el ángel que ella había hecho a los seis años.


Paula, que parecía tan emocionada como su hijastra, se balanceó sobre los pies.


—Nieve en Navidad, ¿qué más se puede pedir? —suspiró feliz.


—¿Qué te parece una hora de sueño? —sugirió su compañero, más pragmático.


—Anoche dormimos tres horas —la falta de sueño se había convertido en un modo de vida, pero privado de sueño o no, su marido seguía siendo el hombre más guapo del planeta, y desde que dio a luz dos semanas atrás, estaba siempre en casa para ayudarla.


Paula lo necesitaba. La ecografía que se hizo con Pedro al lado mostró con claridad la razón de su aumento de peso. La visión de los dos pequeños corazones latiendo había hecho llorar a Paula.


Pedro no reaccionó en el momento, y tardó semanas en hacerlo. Pero cuando lo hizo, compró una casa en el campo.


—Ha sido un impulso —admitió—. Cuando fui a ver a Gaby pasé por aquí delante y pensé que sería un buen lugar para nuestra familia. Pero si no te gusta…


A Paula le encantaba, así que ahora su hogar era una casa victoriana situada a unos cinco kilómetros de donde vivía la hermana de Pedro. Josefina estaba encantada de tener tan cerca a su prima.


Durante el embarazo, Paula y Gaby se hicieron amigas, y desde el nacimiento de los gemelos, había sido un gran apoyo, igual que Josefina, que estaba encantada con sus hermanos. La amenaza de custodia había desaparecido. 


Clara había abandonado toda idea de que Josefina viviera con ella tras canalizar su instinto maternal hacia su último proyecto: un santuario de burros.


—La nieve está cuajando —comentó Paula—. ¿Crees que mi madre y Carlos podrán llegar?


Al día siguiente tendrían a mucha gente a la mesa, aunque Mariza había decidido pasar la Nochebuena con Gaby. Sin embargo, todos irían al día siguiente a comer. Y por supuesto, también estaría allí Jose, el hermanastro de Paula, que ahora era un muchachito rollizo y sano al que no le había quedado ninguna secuela. Sara había pasado cuatro días en Cuidados Intensivos, y finalmente se había recuperado y había vuelto a casa una semana antes que Jose.


—Estarán bien.


Pedro se acercó a ella por detrás y le puso las manos en los hombros. Paula se reclinó contra él, se sentía segura y querida.


—Nuestra primera Navidad juntos. Ojalá Luciana estuviera aquí —murmuró melancólica.


—Vendrá en Nochevieja.


—Estoy deseando ver al bebé —Luciana había dado a luz a una preciosa niña llamada Cordelia, y le había pedido a Paula que fuera la madrina—. Cuánta paz —suspiró y miró hacia la nevada escena.


Y justo en aquel momento se escuchó el llanto de un bebé.


Paula se giró y ocultó el rostro en el suéter de Pedro.


—No debería haber tentado al destino —murmuró.


—¿Es Damian o Dario? —preguntó Pedro.


Sus hijos tenían ya personalidades muy definidas, pero para Pedro sus llantos eran tan idénticos como sus rostros, y le maravillaba que Paula pudiera diferenciarlos.


Ella giró la cabeza y escuchó un instante.


—Damian —se dirigió hacia las escaleras, pero él la retuvo.


—No, tú siéntate aquí y te los traemos, ¿verdad, Josefina?


Josefina, que siempre estaba dispuesta a ayudar, se puso de pie de un salto.


Pedro se giró al llegar a la puerta y volvió a acercarse a Paula.


—¿Te he dicho ya hoy cuánto te amo?


Paula sonrió cuando sus labios rozaron los suyos.


—Una o dos veces —murmuró contra su boca.


Josefina, que había vuelto a entrar al ver que su padre no venía, puso los ojos en blanco.


—¡Otra vez no! Se supone que sois los adultos responsables aquí. ¡Subid a una habitación!



4 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyy, qué hermosa historia Carme!!!! Me fascinó jaja

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  2. Muy linda historia!! Me encantó y me quedé con ganas de leer más detalles de toodo lo que no contaron! Gracias por compartirla!

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  3. Bellísima historia ... gracias Carme,me encanto !! Siempre elegis tan lindas novelas ♥

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