lunes, 16 de febrero de 2015
UNA NOCHE DIFERENTE: CAPITULO 20
Más bombones, Pau?
—Sí —gimió mientras tendía la mano a su hermana para que se la llenara de minúsculos bombones.
Estaba tumbada en el sofá del apartamento que Lucila y Alejo tenían en Nueva York, donde se había pasado casi dos semanas intentando curar su maltrecho corazón.
Durante la primera semana solo había sentido rabia. Un odio absoluto contra Pedro que le había impedido llorar su pérdida. Aquella rabia le había dado la fuerza necesaria para no desmoronarse.
Pero ahora esa rabia había desaparecido, y volvía a recordar fragmentos de su última conversación que había intentado olvidar. Sus revelaciones, lo que pensaba de sí mismo. Que su madre había preferido matarse antes que estar con él.
Que había odiado a Alejo, porque Alejo tenía lo que él nunca sería capaz de tener: amor. Por alguna razón, el amor que ella le había dado no había sido suficiente. Todo lo cual hacía que le resultara cada vez más difícil odiarlo.
Algo había sucedido en la boda. Cada vez estaba más segura de ello. Pero hasta que lo averiguara, hasta que tuviera la energía necesaria para decirle a Alejo que Pedro era su hermanastro, iba a tener que seguir tumbada en el sofá comiendo bombones.
—¿Estás bien? —le preguntó Lucila.
—No. No sé si volveré a estarlo. Creo que todavía lo quiero.
—Sí, ya sé lo que es eso. Es lo peor.
Alejo entró en ese momento en la habitación, guapo como siempre, con pantalón oscuro y camisa blanca. Solo ahora podía reconocer su ligero parecido con Pedro. Pero Alejo no tenía sus ojos, ni su chispa traviesa. Aunque algo asomaba de aquella chispa, eso tenía que reconocerlo, cuando miraba a Lucila. Él la hacía feliz.
—Oye, Ale… ¿tú le dijiste algo a Pedro el día de la boda? —le preguntó Paula.
—No —contestó, ceñudo—. Pero tienes que saber que yo nunca confié en él. Lamentablemente, no me sorprende nada lo sucedido.
—A mí sí. Pasé meses viviendo con Pedro. Era… mi amante. Vamos a tener un bebé. Nada de esto tiene sentido. Quizá sea un actor condenadamente bueno, o quizá haya aquí más cosas de las que parece que hay.
—Él no me dijo nada. Simplemente me miró.
—Ya —Paula volvió a apoyar la cabeza en el brazo del sofá.
—¿Otra película? —le preguntó Lucila con tono compasivo.
—Sí. Y tarta. ¿Queda?
—Yo te la traigo —se ofreció Alejo después de cruzar una mirada con su esposa.
Paula respiró hondo y miró distraída al televisor. Se sentía terriblemente triste. Estaba enamorada de un hombre que no se merecía su amor. Un hombre que necesitaba amor como una flor en el desierto necesitaba agua. Pedro se estaba secando por dentro. Muriéndose. Y sí, le había destrozado la vida. Pero también había hecho algunas cosas buenas por ella.
—¿Sabes, Lucila? En realidad, no quiero ver otra película. Me apetece hablar. Creo… creo que llevamos demasiados años sin hablar de verdad.
—La culpa es mía, Paula —dijo Lucila, frunciendo el ceño—. Yo me enamoré de tu novio. Eso complicó las cosas.
—Sí, claro, pero, si hubiéramos estado más unidas, yo me habría dado cuenta, ¿no?
—No lo sé. En cualquier caso, lo mío con Alejo terminó funcionando. Así que no me quejo.
—¿Sabes? Se suponía que yo tenía que asegurarme de no ser una mala influencia para ti.
—¿Tú? —Lucila se echó a reír—. ¿Una mala influencia para mí? Eres tan dulce y buena…
—Bueno, no durante un tiempo —pensó en sus noches alcohólicas en los clubes—. Tuve una etapa muy loca, pero tú eras muy pequeña y no te acuerdas. Papá siempre estaba detrás para salvarme el trasero. Y mamá para hacerme reproches.
—¡Tenías una vida secreta! —exclamó Lucila—. Estoy impresionada.
—¡No! No seas tonta. ¿Ves? ¡Es por eso por lo que no querían que te lo dijera! Eres muy influenciable.
Lucila se rio de nuevo, sin parar. Y la necesidad que sentía Paula de escapar a la tristeza y a la furia le provocó un ataque de risa casi histérica. Ambas cayeron al suelo, riéndose a carcajadas.
—Supongo que, si todavía tengo ganas de reír, es un buen síntoma, ¿no?
Sí que lo era. Su corazón herido tardaría en curarse, pero al menos tenía a su hermana.
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No puede terminar así, x favor Carme, tienen q estar juntos.
ResponderBorrarOoh pobre Pepe y pobre Pau. Me encantaron los caps
ResponderBorrarQue triste... y tan bien q venia todo, igual le tengo desconfianza a Alejo
ResponderBorrarTan bien que venía todo! ya me parecía que algo iba a pasar, que pena que Pedro tenga tanto rencor hacia sí mismo y no pueda ver que él también puede merecer ser feliz! Ojalá se de cuenta y vaya a buscarla pronto para formar una familia!
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