Paula se arqueó al sentir sus labios en el cuello. Luego, cuando los tirantes del vestido se deslizaron sobre sus hombros, levantó instintivamente las manos para cubrirse el pecho.
—Déjame ver, Paula —le susurró él al oído—. Quiero ver mi nombre sobre tu cuerpo.
Su boca estaba caliente, una tortura húmeda sobre su piel mientras recorría sus hombros y bajaba por la columna hacia su destino. Se arrodilló tras ella y estiró las manos para terminar de bajarle el vestido hasta las caderas y dejar al descubierto el tatuaje.
Recorrió con los labios la delicada obra de arte grabada en su piel y Paula cerró los ojos. El calor de su boca sobre lo que había sido su vergüenza privada estaba cargado de sensaciones eróticas. Su cuerpo se curvó como una estatua de mármol, echó la cabeza hacia atrás y su respiración se aceleró mientras Pedro exploraba el águila gigante, pluma a pluma.
Descubrir que su señal de llamada era «Cola de águila» solo había servido para confirmar lo que Paula ya sabía. Que estaban hechos el uno para el otro. Se apartó de aquella exquisita tortura, se quitó los zapatos y se subió a la cama.
Pedro se quitó los zapatos y los pantalones sin apartarle la vista de encima. El corazón se le aceleró en el pecho. Así debía de sentirse una gacela antes del ataque del león. Salvo que para ella, la espera a cámara lenta era una tortura completamente distinta. La última vez que había visto su maravilloso cuerpo al descubierto había sido junto al embalse. Salvo que en esa ocasión no había bañador entre ellos.
Pedro se arrodilló sobre la cama y comenzó a acercarse a ella sin apartar los ojos de su presa. A Paula se le secó la boca por completo. El se estiró a su lado, tumbado boca abajo sobre las sábanas, lo que la ayudó a centrar la atención en la perfección de su rostro. El tatuaje de Pedro brillaba sobre su tríceps mientras él estiraba la mano para enredar los dedos en la seda de su vestido. Paula acarició las serpientes medio borradas y las recorrió con los dedos mientras él tiraba suavemente del vestido hacia abajo.
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