viernes, 3 de diciembre de 2021

CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 76



Pedro se mostró respetuoso porque el rango de coronel así lo exigía, pero fue un tremendo esfuerzo. Agarró el auricular del teléfono con fuerza.


—Gracias, señor. Sí, así lo haré. Adiós.


Pasó unos segundos intentando recomponerse, consciente de la mirada gris que se le clavaba en la espalda. Luego se volvió hacia Paula y se aclaró la garganta.


—Tu padre desea que te dé la enhorabuena de su parte.


Le molestaba que Paula estuviera demasiado asustada como para hacer la llamada ella misma. Paula. La mujer descarada que se enfrentaba a contrabandistas sin dudar. La mujer que se encaraba con él como si fuera un maestro de escuela, y no un asesino entrenado. Estaba sentada al borde de su cama, aún con el vestido de boda con el que se había casado, esperando nerviosa.


—¿Cómo está?


—Bien. Nos agradece que le hayamos informado sobre la boda —la abrazó, porque sabía que lo iba a necesitar—. Ha preguntado por Lisandro. Sabía dónde estabais, Paula. Casi desde el momento en que os mudasteis.


Pedro sentía rabia. No solo porque el coronel hubiera seguido a su hija y a su nieto durante los últimos seis años, sino por el impacto que esa noticia tenía en su vida.


—¿Todo el tiempo?


Le dio un beso en la cabeza y la mantuvo entre sus brazos.


—Yo haría lo mismo, Paula, si te fueras de mi lado. Tendría que saber que estuvieras bien.


—Eso es porque me quieres.


Pedro dejó que pensara en ello. Se apartó y lo miró con ojos llenos de angustia.


—No —dijo—. Él no me quiere.


—No de una manera convencional. Creo que, quizá, a su manera… Pero no puede mostrarlo —le permitió digerir la información por un momento—. Parecía destrozado, Paula.


Destrozado, pero aun así un hombre duro. Pedro dedujo eso tras tres minutos al teléfono. Paula lo había soportado durante veinte años.


—No quiero hablar de él esta noche —dijo ella—. Esta noche no. Deslizó los brazos por su espalda desnuda, hasta donde el águila tatuada extendía sus alas sobre sus caderas. Supo entonces que había una manera certera de deshacer el daño que el coronel había causado en su alma.


El amor. En todas sus formas. Incondicional. Apasionado. Eterno.


—¿Está nerviosa, señora Alfonso?




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