lunes, 1 de noviembre de 2021

SIN ATADURAS: CAPÍTULO 45

 

Pero Pedro no le devolvió la sonrisa. Estaba observándola con el ceño ligeramente fruncido, como si estuviera pensando en algo que le resultara incómodo. Cuando bajó la mirada hacia los labios de Paula, ella supo exactamente en qué estaba pensando. Pero, en lugar de acercarse a ella, se dio la vuelta. Decepcionada, Paula vio cómo se encaminaba hacia la casa. ¿Acaso no iban a poner en práctica aquella noche algo de su lista? Llevaba todo el día esperando a que llegara aquel momento… ¿Lo habría ofendido de algún modo? ¿Cómo podía recuperarlo?


–¿Quieres saber cuál es uno de los planes favoritos de mi lista? –preguntó, repentinamente inspirada.


Pedro giró en redondo.


–Espera un momento –Paula subió corriendo a su apartamento, temiendo que Pedro la dejara plantada, ardiendo, y sola.


Pero Pedro la siguió escaleras arriba.


–Déjame adivinar. ¿Vas a por una botella de champán?


–No. Esto –Paula se volvió y le mostró la botella que sostenía en las manos.


Era una botella de sirope.


Pedro sintió que se le ponía la carne de gallina.


–¿Qué tienes planeado?


–Lo sabes muy bien –replicó Paula con su sonrisa más audaz.


Pedro experimentó una sensación de anticipación que alejó la absurdamente desagradable sensación que le había producido que Paula dijera que no se preocupara, que ella no se iba a volver loca por él. No entendía su propia reacción, pero, ¿por qué luchar contra la seductora visión que tenía ante sí? Ya no tenía por qué luchar, pues ambos querían lo mismo: retozar y divertirse juntos unas semanas…


Paula terminó de abrir la botella de sirope. La diversión de su mirada socavó la inocencia de su sonrisa.


–Creía que te gustaba la espontaneidad.


–Y me gusta –murmuró Pedro, sin aliento.


Unos minutos después estaba tumbado de espaldas en el suelo, temiendo sufrir un infarto.


–¿Dónde aprendiste a hacer eso? –preguntó, jadeante.


–En una revista para mujeres –Paula se irguió. Tenía las mejillas sonrosadas y los labios brillantes por el sirope que había lamido del animado miembro de Pedro.


–Larga vida a las revistas femeninas –murmuró Pedro fervientemente. De pronto surgió una duda en su cabeza–. ¿Ha sido esta tu primera vez?


–Mmm, hmm –Paula sonó realmente satisfecha de sí misma.


Pedro se irguió, totalmente concentrado en ella. ¿Nunca le había hecho aquello a un hombre y ya lo hacía así de bien?


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