jueves, 18 de noviembre de 2021

CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 27

 


Ya estaba corriendo hacia el animal herido antes de que Pedro fuera plenamente consciente de lo que ocurría, pero aun así él consiguió adelantarse. Cuando llegó al animal, unos brazos fuertes la rodearon y tiraron de ella hacia atrás.


—Paula, no. ¡Espera!


—¿A qué? Necesita ayuda.


—Podría matarte con esas patas. Mírale las patas.


Paula jamás se había fijado en las garras tan salvajes de un canguro.


Pero el resto del animal…


—No creo que ni siquiera pueda moverse.


Pedro se fijó en el animal, en estado crítico, y soltó a Paula, que se acercó al canguro con más cautela. Le salía sangre por la nariz, y giró los ojos al sentir la presencia de los humanos. Pero sus lesiones eran extensas y la rigidez del resto de su cuerpo resultaba delatora.


Pedro también lo vio.


—Tiene la columna rota.


Paula se arrodilló junto al animal y le acarició la piel intentando contener las lágrimas. El canguro giró los ojos para ver lo que estaba haciendo, aunque probablemente no pudiera sentir nada.


—Vuelve al coche —le dijo Pedro con firmeza.


—No. Debe de haber algo que podamos…


—Déjala conmigo. Será más fácil así.


De pronto Paula se dio cuenta de lo que pensaba hacer y el corazón le dio un vuelco.


—No. No puedes…


—Estoy entrenado en matar, Paula. Es lo que mejor hago. ¿Ahora, por favor, quieres volver al coche?


Dividida entre quedarse con él mientras hacía lo impensable y saber que no sería capaz de mirar, se arrastró hacia él.


—Paula —insistió Pedro—, cada segundo que emplees siendo testaruda será un segundo más que este animal esté sufriendo.


Paula agachó la cabeza y apartó la mirada, avergonzada. Al hacerlo, oyó un trágico silbido tras ella. Ambos miraron al canguro y vieron que la naturaleza finalmente se había hecho cargo.


—Paula, en la parte trasera del coche está mi vieja sudadera de entrenamiento. ¿Puedes traérmela, por favor?


Pedro se arrodilló frente al animal muerto y ella corrió al coche a buscar lo que le había pedido. Mientras se acercaba al vehículo, advirtió unas huellas en el camino. Se trataba de un coche que había frenado al chocarse con el canguro y después lo había bordeado para seguir su camino. Agarró su teléfono móvil al mismo tiempo que buscaba la sudadera de Pedro.



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