sábado, 2 de octubre de 2021

MENTIRAS DE AMOR: CAPITULO 30


Paula lo pensó durante un instante. Gabriela y Sara, sus mejores amigas, se sorprenderían, pero se mostrarían muy felices por ella si creían que aquel compromiso era de verdad. Facundo era el único problema.


Sin embargo, estaba haciendo todo aquello por él. Para evitar que su hermano perdiera su trabajo. Para evitar que fuera a los tribunales o incluso a la cárcel.


¿Cómo podía haber pasado aquello por alto? ¿Cómo podía haber permitido que su gozo por su nuevo aspecto, por su nuevo guardarropa, por el sencillo hecho de pasar el tiempo con un hombre guapo pudiera haberle hecho olvidar sus responsabilidades hacia su hermano? Sus padres se avergonzarían de que ella hubiera permitido que se le desviara con tanta facilidad de la seriedad de la situación en la que Facundo y ella se encontraban. Se sentía avergonzada.


Vio que estaban llegado al club de tenis. Extendió la mano y golpeó sobre el cristal. Se bajó inmediatamente para dejar al descubierto al conductor.


–¿Podría dejarme aquí, por favor? Tengo el coche en el aparcamiento.


La limusina se dirigió hacia el lugar donde el coche de Paula estaba completamente solo.


–¿Estás segura de que no quieres quedarte aquí en el club? Puedo hacer que te preparen una habitación si no quieres quedarte en mi suite –dijo Pedro con una mirada que le provocó a Paula una extraña calidez en el vientre.


Por mucho que hubiera pasado aquel día, una mirada de Pedro era suficiente para hacer que se deshiciera por dentro.


–No, tengo mi casa. Me gustaría mantenerlo así.


–¿Has sido siempre tan independiente? –le preguntó Pedro con una sonrisa.


–Supongo que desde que mis padres murieron. Se ha hecho costumbre –admitió.


Pedro descendió de la limusina para ayudarla a salir.


–Tal vez vaya siendo hora de que compartas esa carga que llevas –comentó él.


¿Estaba criticando a Facundo? Se sintió automáticamente dispuesta a defender a su hermano.


–Me las arreglo bien –dijo por fin.


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