miércoles, 11 de agosto de 2021

QUIERO TU CORAZÓN: CAPÍTULO 4

 

—Estas mejor sin él, hermana —afirmó Emilia—. Damian Traub es un idiota si no sabe lo que está perdiendo. No merece que le dediques ni un minuto más de tu tiempo.


A pesar de que Pau aún se hallaba aturdida por la conmoción del compromiso roto, las palabras de su hermana la animaron un poco.


Había llamado a Emilia nada más llegar a casa después de ver a Damian en The Rib Shack, la última exitosa incorporación de Darío a su cadena de restaurantes. Al parecer Damián había deducido que no le montaría una escena si le comunicaba la noticia en público.


Al principio no había sabido qué decir, tratando de asimilar unas palabras que carecían de sentido para ella. Conteniendo la amenaza de las lágrimas.


Al preguntarle por qué con un susurro desgarrado, él simplemente se había encogido de hombros.


—No es por ti —su cara mostraba más incomodidad que simpatía o pesar—. Lo siento.


Aún muda, Pau se había puesto de pie con las piernas flojas, abandonando el restaurante con toda la dignidad que pudo mostrar. De camino a casa, llorando, no había parado de preguntarse por qué. ¿Por qué? Damian era atractivo y sexy, y su imagen de chico rebelde se veía potenciada por la tienda de motos que poseía. Al parecer, ella no era lo bastante bonita o interesante para estar con alguien como él.


—No era la persona adecuada para ti, cariño —continuó Emilia—. Para empezar, ¿por qué diablos te prometiste con él? Llevabais poco tiempo saliendo juntos, ¿no? ¿Lo conocías de verdad?


Pau se apoyó en la encimera de la cocina de la pequeña cabaña en la que vivía, propiedad de Emilia y su marido.


—No, evidentemente no —gimió—, pero él insistió tanto. Cuando me lo pidió, dijo que no aceptaría un no por respuesta y no quise herir sus sentimientos.


—Oh, cariño, y el muy desgraciado ahora ha herido los tuyos. Quizá ya es hora de que empieces a pensar en ti primero. Casarte no es tu única opción.


«Es verdad», meditó Paula, yendo hacía la ventana que había encima del fregadero. La vista de los árboles siempre la calmaba.


—Imagino que esencialmente es mi orgullo el que está herido —reconoció, dándose cuenta de que era verdad.


¿Con cuántos hombres había salido porque le costaba rechazarlos, incluso cuando no sentía ningún interés romántico por ellos?


—¿Lo amabas? —le preguntó Emilia—. ¿De verdad puedes imaginarte pasando el resto de tu vida con él?


Pau intentó imaginarse con el pelo gris y unas gafas bifocales, sentada sobre una Harley con un chal en los hombros.


—Quizá me gustaba más la idea de casarme que Damián en sí mismo —después de todo, ¿no había estado planeando su boda desde pequeña?


Al menos no se había acostado con él. Había querido esperar y a él le había parecido bien. Quizá demasiado bien.


—La verdad es que no creo que haya olvidado a su primera mujer, Ailin—admitió en voz alta la sospecha que se había negado a reconocer con anterioridad—. Probablemente, no fue una coincidencia que nos prometiéramos a la vez que Darío y ella anunciaban su compromiso —añadió.


Emilia volvió a gemir.


—Pobrecilla. Si lo hizo por despecho…


—¿Sabes qué? —la interrumpió Paula con una súbita determinación—. Voy a superarlo y estaré bien. Ya lo verás.


—Sé que lo harás —el tono de Emilia se animó al instante.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario