miércoles, 11 de agosto de 2021

QUIERO TU CORAZÓN: CAPÍTULO 5

 

Pau agradeció el apoyo de su hermana, aunque Emilia a veces la considerara voluble por haber cambiado de trabajo unas pocas veces… bueno, más que unas pocas, mientras intentaba descubrir qué quería hacer hasta conocer al hombre perfecto y casarse con él.


¿Acaso la mayoría de las mujeres como ella, solteras y con poco más de veinte años, no lo querían todo, una carrera estupenda, un marido maravilloso y una familia perfecta? ¿Ese no seguía siendo el Sueño Americano?


Se frotó la sien con la mano libre. ¿Era realista al pensar que resultaba posible? Quizá debería replantearse las cosas.


Aunque tener a un hombre en su vida sería agradable, como tener un deportivo, no lo necesitaba. Emilia tenía razón; disponía de otras opciones. Ése podía ser el primer día de un plan nuevo, de una nueva dirección en su vida.


¡De una nueva Paula Chaves!


La idea era demasiado nueva como para compartirla con su hermana. Ésta podría recordarle las demás veces que había empezado de nuevo y hacerle dudar de sí misma.


—Mmm, he de dejarte —dijo, mirando el reloj. Tenía que hacer un par de recados antes de que empezara su turno en el bar—. Pero gracias. Ya sabes, por escuchar y todo lo demás.


—¿Seguro que estarás bien? —preguntó Emilia con cierta preocupación—. Ojalá pudiera ir a verte, pero…


—No, en serio —cortó Pau—. Eres muy amable. Pero estaré bien. Estoy bien —afirmó con renovado entusiasmo. Que Damian fantaseara con su ex, si era lo que quería. ¡Ella tenía mejores cosas en que ocuparse!


—De acuerdo, pero llama cuando quieras, ¿de acuerdo? Lo digo en serio.


No sonaba muy convencida, pero Pau sabía que estaba muy ocupada con su propia vida y su marido como para dejarlo todo para ir consolarla.


—Lo sé. Lo haré. Cuídate —después de unas cuantas promesas más de mantener el contacto, puso fin a la llamada.


Una parte de ella deseaba haberse contenido de confiarle la noticia de la separación a Emilia hasta no haber reflexionado bien en todo, pero no habría sido capaz de guardarlo en secreto para siempre. En una ciudad pequeña como Thunder Canyon, la noticia se habría extendido como un vertido de petróleo.


Movió la cabeza. Había sido gratificante que le dijeran que Damián era una rata que no la merecía. Quizá debería haberlo imaginado, en especial después del modo en que se había marchado de la partida de póquer. Había estado dispuesta a perdonarle esa pataleta durante un agradable almuerzo. Pero él la había dejado con la misma frialdad que cancelaría una cita de trabajo.


Antes de volver a relacionarse sólo para no mellar el frágil ego de un hombre, tal vez debería dedicar cierto tiempo a analizar qué era lo que ella quería. Sacó una botella de agua de la vieja nevera y fue al dormitorio a cambiarse de ropa para ir a trabajar.


Que hubiera acabado un capítulo amoroso de su vida no significaba que no le importara no estar especialmente atractiva esa noche en el bar. Para que todo el mundo que fuera a ver lo destrozada que estaba pudiera ver con claridad lo que Damián Traub había descartado en un acto de suprema necedad.


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