viernes, 13 de agosto de 2021

QUIERO TU CORAZÓN: CAPÍTULO 11

 

Seguía siendo hermosa, en especial cuando sonreía, pero se había encariñado con su aspecto más desenfadado. Parecía parte de su personalidad, por lo que quizá ésta también se hallara más apagada en ese momento. Tenía curiosidad por averiguarlo.


—No, está bien —le dijo a Susana, que esperaba expectante—. Yo lo haré —le indicó a su nueva asistente que avanzara por el pasillo—. Por aquí.


Después de que Paula hubiera colgado el abrigo, la presentó a la contable, quien le entregó unas nóminas para que las rellenara.


—Cuando termines, llévala a mi despacho —le indicó a Nina. Si la mujer mayor creyó raro que le mostrara el lugar en persona, no lo reveló. Después de todo, era una oficina pequeña y Paula iba a depender directamente de él.


De vuelta a su escritorio, giró el sillón para quedar ante la ventana con la vista de las montañas. La visión nunca dejaba de recordarle su relativa insignificancia con esa grandeza atemporal. Ante ella, fuera lo que fuere a lo que se enfrentara, por lo general adquiría proporciones manejables.


Ese día apenas percibió el paisaje. ¿Había olvidado que la mariposa a la que había esperado impresionar con su éxito era una persona de verdad, con deseos y ambiciones propios? ¿Había dedicado algún pensamiento a lo que ella podría desear al elaborar ese atolondrado plan?


Una llamada a la puerta abierta interrumpió su autocondena. Eliminó el ceño y puso una expresión hospitalaria al girar y ponerse de pie.


—Paula, pasa —invitó.


—Recuerda que prefiero Pau, si no te importa —dijo con suavidad—. ¿Y cómo he de llamarte yo ahora que eres mi jefe?


—Sigo siendo Pedro —repuso—. Aquí somos bastante informales, y algunos llevan conmigo desde el principio.


—Espero que tengas tiempo para contármelo —permaneció justo en la entrada, con las manos juntas delante.


Él se recordó que, probablemente, Pau trataba de establecer algunos puntos, pero que no estaría interesada en los detalles de cómo había levantado Alfonso International desde los cimientos.


—Por ahora echémosle un vistazo rápido al taller —sugirió—. Te presentaré al capataz y al director del almacén.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario