viernes, 13 de agosto de 2021

QUIERO TU CORAZÓN: CAPÍTULO 10

 

Sentado en el sillón de piel de su despacho, Pedro miraba ceñudo la invitación a la boda de Darío Traub. No es que le molestara la felicidad de Darío al casarse con una mujer a la que evidentemente amaba tanto… lo que odiaba era asistir solo a algún acontecimiento social.


Volvió a guardar la invitación en el sobre a juego y la metió en el primer cajón de su escritorio. Mirando con impaciencia el reloj de la pared, echó para atrás el sillón y se puso de pie.


Era el primer día de Pau y llegaría en cualquier momento. Convencerla no había sido fácil, pero al fin habían pasado los días legalmente requeridos antes de dejar el Lounge.


No lo había sorprendido recibir una llamada de Gastón aquel mismo día, acusándolo de robarle a la mejor camarera que tenía. Por fortuna, su amistad se remontaba a años atrás y su amigo casi se había calmado de inmediato. Con una risita, Gastón incluso le había advertido acerca de relacionarse con una mujer como Pau.


—Sólo se trata de negocios —había respondido él sin un atisbo de culpabilidad—, pero si necesito algún consejo para salir con una mujer, no dudes de que recurriré a ti primero.


No era un secreto entre el grupo de amigos, que en su día, el mismo Gastón había invitado a salir a Paula con el fin de poner celosa a Stephanie Julen. Quizá Gastón había olvidado su pequeño ardid, ya que había convencido a Steph de que se casaran, pero él no lo había olvidado.


Inquieto, volvió a sentarse y recogió una revista de comercio. La hojeaba cuando la voz vivaz de Susana sonó por el intercomunicador. Había aceptado quedarse unos días más hasta que Pau se sintiera cómoda.


—Jefe, me pidió que le avisara cuando llegara la señorita Chaves. Está bajando de su todoterreno ahora mismo.


—De acuerdo, gracias.


Al ponerse de pie y rodear la mesa, pudo sentir la misma descarga de adrenalina que experimentaba cada vez que iniciaba un proyecto nuevo. En cierto modo, llegar a conocer mejor a Paula en su propio terreno era una especie de proyecto, que esperaba culminar con un éxito completo.


Cuando recorría el corto pasillo que conducía a la zona de recepción contigua a la sala de exposición, Paula cruzaba las puertas de cristal. Aunque la reconoció, el corazón le dio un vuelco.


La brillante mariposa multicolor que había capturado su atención se había convertido en una apagada polilla marrón.


Ella debió de notar su expresión, porque su sonrisa se desvaneció.


—Se suponía que empezaba hoy, ¿verdad? —preguntó con vacilación—. Creía que me habías dicho que viniera el lunes.


Pedro reunió sus neuronas dispersas y avanzó con la mano extendida.


—Por supuesto —exclamó con un entusiasmo que sonó falso incluso a sus propios oídos—. Llegas justo a la hora, ¿verdad, Susana?


La joven asintió.


—Absolutamente —convino con una leve sonrisa—. Empezamos la jornada a las ocho en punto.


Paula pareció sentirse aliviada mientras se quitaba el abrigo marrón claro.


—¿Hay algún sitio donde pueda colgarlo?


—¿Se lo muestro? —le preguntó Susana a Pedro.


Éste se estaba preguntando que había sido del cabello rojizo con intensas mechas que en ese instante estaba recogido en un pulcro moño en lo alto de la cabeza de Paula. Su severidad encajaba a la perfección con la chaqueta marrón oscuro, los pantalones a juego y los zapatos de tacón bajo, todo prueba de la seriedad con que se tomaba el nuevo trabajo.


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