sábado, 17 de julio de 2021

UNA GRAN NEGOCIACIÓN: CAPÍTULO 20

 


Al finalizar el funeral, los asistentes permanecieron en el porche de la iglesia, tomando café. Pedro deslizó la mirada hacia Paula, que estaba con tres amigas de Sonia. El escote recto del vestido negro que lucía acentuaba la línea delicada de su cuello. Su cuerpo oscilaba al ritmo con el que mecía a Dante. Apenas habían cruzado algunas miradas.


Pedro no podía evitar sentirse culpable. Las ojeras que se apreciaban en el rostro de Paula permitían deducir que no había pegado ojo debido al desafortunado comentario que le había hecho.


Que lo hubiera enfurecido no podía servirle de excusa. Como no era excusa haberlo hecho involuntariamente. Paula adoraba a Sonia y no le perdonaría por haber insinuado que no había atendido a su amiga antes de su trágica muerte.


Dante, que descansaba sobre el hombro de Paula, le observó aproximarse con ojos muy abiertos.


—Deja que lo sujete un rato —dijo Pedro.


—¡No! —Paula se giró hacia un lado, aferrándose a Dante.


—Por favor —insistió Pedro—. Debe de resultar pesado.


Paula se apartó del grupo con el que estaba.


—Estamos perfectamente —dijo con firmeza.


Aunque sus ojos enrojecidos la contradecían, Pedro no pensaba llevarle la contraria, y menos delante de todo el mundo.


—Paula… —intentó dar con las palabras que los devolvieran a una situación menos tensa, pero fracasó.


—Márchate —dijo ella en un tenso susurro—. No pienso dejar que me quites al niño.


—Paula… —una mujer elegante de cabello corto y un exquisito traje de chaqueta se acercó y dirigió una mirada de curiosidad a Pedro—, quería expresarte mis condolencias por la pérdida de tu amiga.


—Gracias, Virginia.


—¿Y quién es este muchachito? —preguntó, refiriéndose a Dante.


—Dante, el hijo de Sonia.


—Ah —Virginia intercambió una prolongada mirada con Paula—. ¡Qué terrible! ¿Se está ocupando de él su familia?


—Sonia no tiene familia. Sus padres murieron y era hija única. Dante ha estado conmigo.


Pedro observó que la mujer hacía un gesto de desaprobación. Tomó a Dante, que se lanzó hacia él, de los brazos de Paula.


Virginia examinó a Pedro con curiosidad y Paula tuvo que presentarlos.


—Virginia, éste es Pedro Alfonso, amigo de los Mason. Pedro, Virginia Edge, socia directiva de Archer, Cameron y Edge.


—¿Pedro Alfonso? ¿De Phoenix Corporation?.—Virginia clavó la mirada en él. Pedro supo que calculaba su valor mentalmente—. No sabía que estuvieras relacionada con Phoenix, Paula.


Paula no supo cómo reaccionar.


—Somos amigos desde hace años —dijo Pedro rápidamente—. Nos conocimos en la boda de Sonia y Miguel. Yo era padrino y, ella, dama de honor.


—¡Qué romántico! —Paula le dedicó una fría sonrisa antes de volver la mirada hacia Dante—. Supongo que lo de cuidar al bebé es sólo temporal.


—Claro —intervino Pedro.


—No —replicó Victoria.


—Parece que tenéis que poneros de acuerdo —dijo Virginia, arqueando unas cejas perfectamente depiladas—. Por favor, Paula, llámame luego al despacho. Tenemos que hablar.




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