Pedro la esperaba al pie de la escalera al día siguiente.
—El helicóptero esta aquí y mi jet está esperando en el aeropuerto de Lima para llevarte donde quieras. El apartamento de Londres es tuyo. Yo no volveré a usarlo y no debes temer nada respecto a la empresa… ya no estoy interesado.
—Ah, qué generoso —dijo Paula, irónica.
—Sin duda volveremos a vemos algún día, pero si esperas un divorcio rápido, te equivocas. No voy a dártelo. Y, ahora si me perdonas, tengo caballos que atender. Espero que te hayas ido cuando vuelva.
—Te aseguro que no estaré aquí. En cuanto al divorcio, me da igual. No creo que tenga intención de casarme en mucho tiempo. Y no quiero un céntimo de tu dinero, no me hace falta. Lo único que quiero es tu promesa de que no harás nada en detrimento de Ingeniería Chaves. Y lo quiero por escrito, Pedro.
—Lo tendrás —dijo él, antes de darse la vuelta.
Paula se decía a sí misma que era lo mejor, pero lloró durante el viaje de vuelta a casa y lloró en Londres, en la cama que habían compartido.
Lo dije que Pedro se iba a arrepentir, que estaba metiendo la pata. Está muy buena esta historia.
ResponderBorrarPero ese hombre no conoce la palabra "perdon"? Todavía tiene el tupé de decirle espero que te hayas ido cuando vuelva?? Espero que pronto se arrepienta realmente de lo que hizo y abandone ese orgullo estúpido
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