viernes, 4 de junio de 2021

NO TODO ESTÁ PERDIDO: CAPITULO 6

 


Pedro parecía molesto mientras iban hacia la casa de invitados, pero Paula estaba demasiado cansada como para preocuparse de su mal humor.


Aunque llevaban casi un año separados, era irritante que Susy Johnson siguiese apareciendo allí en cualquier momento, siempre sonriente y siempre llevando algún pastel.


Paula apretó los labios. Cuanto antes firmasen los papeles del divorcio, mejor. Pero, por el momento, poner cómoda a Maite era su prioridad.


Ella era una persona muy organizada; de hecho, en parte se ganaba la vida gracias a esa cualidad. Hacía listas, se ponía objetivos, por eso había tenido éxito como publicista. Tenía un don para encontrar músicos con talento y para hacer que sus carreras durasen todo lo posible.


Pero no tenía planes de ser madre. Ninguno. Y estaba aprendiendo de la manera más dura que los bebés no aceptaban la agenda de los adultos. Eran impredecibles, sus necesidades tan imperiosas que uno debía olvidarse de todo lo demás. Cada día era un reto y Paula tenía que aprender a improvisar.


Pedro abrió la puerta de la casa y le hizo un gesto para que entrase.


–Tus maletas están en el dormitorio principal –le dijo, dejando la bolsa de los pañales sobre el sofá.


–Gracias.


Una vez, Paula se había enamorado de aquella casita y había decidido poner su sello allí, recordó mirando alrededor. La combinación de piel y ante en tonos crema le daba un toque cálido a la habitación, las esculturas de bronce sobre mesas de cristal y los cuadros en las paredes creaban un ambiente agradable para los invitados.


Pero parecía como si nadie hubiera puesto el pie allí. Todo estaba como ella lo había dejado, ni un mueble ni un objeto decorativo se habían movido de su sitio. Claro que eso cambiaría en un abrir y cerrar de ojos.


Los bebés provocaban el caos, incluso los de cuatro meses que aún no gateaban. Maite, sin embargo, solía rodar por el suelo como una bolita y Paula sabía que debía darle espacio.


–Si necesitas ayuda, puedes pedírsela a Elena. Ya sabes que tiene tres nietos.


–¿Ya son tres? Solo tenía dos cuando… yo vivía aquí –Paula terminó torpemente la frase.


–Julieta tuvo otro hijo, un niño esta vez.


–De modo que Elena tiene dos nietas y un nieto. Seguro que eso la mantiene muy ocupada.


–Cuando no está aquí, normalmente está con ellos.


Paula solía preguntarse si su madre aceptaría a Maite y la querría de forma incondicional, pero en el fondo sabía que no sería así. Su madre le había dado a su hermano Sergio todo lo que tenía y cuando se recuperó del cáncer nunca volvió a ser la misma. Tal vez fue debido a la presión, a la constante angustia o al cansancio, pero su madre nunca se había emocionado ante la idea de ser abuela.


Maite se movió en sus brazos mientras Pedro las observaba con expresión curiosa.


–Será mejor que la deje en el suelo unos segundos.


Paula se inclinó para sentar a la niña en la alfombra, con la espalda apoyada en el sofá. Maite movió los bracitos y empezó a reír, contenta.


–Así estás mejor, ¿verdad, cariño? –Paula se incorporó. –No es bueno tenerla en brazos todo el tiempo.


Pedro asintió con la cabeza.


–¿Necesitas ayuda?


–No, gracias.


–Pero la niña necesitará una cuna.


–Llamaré a una empresa de alquiler y mañana me traerán todo lo necesario.


–¿Pero dónde va a dormir esta noche?


Paula dejó escapar un suspiro.


–Conmigo –respondió. –La verdad es que no duermo mucho. Me despierto a todas horas para ver si está bien… duerme tan profundamente que a veces me pregunto si ha dejado de respirar. Imagino que a todas las madres les pasará lo mismo.


Pedro asintió como si lo entendiera, pero Paula vio un interrogante en sus ojos. Nadie sabía lo que era la paternidad hasta que la experimentaba en carne propia.





1 comentario: