martes, 15 de junio de 2021

NO TODO ESTÁ PERDIDO: CAPITULO 38

 

A medio camino, Pedro señaló a Maite y Paula vio que estaba profundamente dormida, con la cabecita inclinada a un lado, la mano de Pedro debajo a modo de almohada.


–¿Quieres que volvamos?


–Sí, deberíamos volver.


Una vez en los establos, Pedro desmontó, sujetando a Maite con una mano. Paula desmontó también y sujetó las riendas de los dos caballos hasta que llegó Tobias, el mozo.


–Si no te importa encargarte de ellos… tengo que llevar a Maite a casa.


–No se preocupe, señora Alfonso. Yo me encargo de todo.


Uno minutos después, Pedro había colocado a Maite en la sillita de seguridad.


–Nos vemos esta noche.


–Esta noche no puedo. He quedado a cenar con Cecilia–dijo Paula.


Él frunció el ceño.


–¿Vais a salir?


–Sí, las tres solas. Maite, Cecilia y yo –Paula estaba bromeando, pero en realidad se alegraba de poner un poco de espacio entre los dos. Se habían acercado mucho durante esas semanas y, sin embargo, ni Pedro ni ella habían hablado de sentimientos.


–Muy bien –asintió Pedro. –Nos veremos mañana.


Paula lo vio alejarse, pensativa. Era una estrella, un hombre cómodo en su propia piel, alguien que tenía el mundo a sus pies. Había conseguido todo lo que buscaba en la vida salvo una cosa: Pedro quería tener hijos y ella se los había negado. Y también había cuestionado su honor…


En resumen, había sido un bache en su vida.


Susy Johnson salió de la enfermería para saludarlo y puso una mano en su brazo, riendo.


Una vez que se fuera del rancho, Susy ocuparía su sitio en la vida de Pedro, dándole todo lo que quería.


Paula sintió una punzada de celos y, sin poder evitarlo, los ojos se le llenaron de lágrimas. Ver a Susy con Pedro le ofrecía una triste imagen de su futuro y se le encogió el corazón cuando por fin admitió la verdad.


Aquel no era su sitio.


Nunca lo había sido.





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