miércoles, 9 de junio de 2021

NO TODO ESTÁ PERDIDO: CAPITULO 21

 


Paula detuvo el coche frente a la casa de Hector y respiró profundamente. Había conseguido superar la humillación de esa tarde y racionalizar el asunto del pañal. En realidad, se había desprendido. Era un accidente que podría ocurrirle a cualquiera, se decía a sí misma, aunque en silencio le prometía a Maite esforzarse más en el futuro. Pero había conseguido limpiar el cochecito ya que, afortunadamente, el material estaba hecho a prueba de accidentes de ese tipo.


–Dejaremos el pastel y nos marcharemos –le dijo a la niña.


Maite la miró con sus ojitos llenos de confianza y Paula sintió una oleada de amor. No podía creer cuánto quería a aquella cosita.


Se había preguntado si sería así tras la muerte de Karina, cuando todo era tan difícil porque Maite añoraba a su madre y no dejaba de llorar. Había tardado semanas en aceptarla, pero ahora la niña ponía toda su fe en ella y Paula esperaba que la perdonase por sus errores.


Después del día que había tenido, decidió no tentar a la suerte llevando a Maite con una mano y el pastel en la otra, de modo que lo dejó en el coche. Le pediría ayuda a Hector o Cecilia cuando abriesen la puerta.


Pero cuando salía del coche, una camioneta apareció por el camino y Paula dejó escapar un suspiro.


Aquel día estaba siendo imposible relajarse.


–Hola –la saludó Pedro, mirándola como si recordase cada centímetro de su cuerpo desnudo.


–Hola.


–No me habían dicho que estarías aquí.


–No les había avisado. Solo he pasado un momento por aquí porque les he hecho un pastel.


–¿Qué tipo de pastel?


–De limón. Elena me ha ayudado, por supuesto.


Pedro sonrió. Seguía teniendo un hematoma en el pómulo, pero Paula solo podía ver su hermoso rostro.


–¿Y dónde está el pastel?


–En el coche.


–Voy a buscarlo.


–No hace falta… –Paula sacudió la cabeza cuando, sin hacerle caso, Pedro se dirigió al coche. Cuanto antes dejase el pastel y le diera las gracias a los Alfonso, antes podría marcharse. –¿Te importaría sacar mi bolso?


–Ahora mismo.


Pedro no solo llevó el pastel y el bolso sino la bolsa de los pañales. Debería decirle que no era necesario, que no pensaba quedarse más que cinco minutos, pero el gesto la había tomado por sorpresa.


–Está muy bien que visites a tu hermano –le dijo.


–En realidad, he venido porque no tenía más remedio. Cecilia ha insistido en invitarme a cenar y no voy a discutir con una señora embarazada.


–¿Te encuentras mejor?


No debería haber preguntado.


–Tú me curaste anoche, ¿recuerdas?


Paula se puso colorada.


Pedro


Paula no podía controlarse con él a su lado, respirando su aroma, escuchando el tono ronco de su voz…


Afortunadamente, la niña empezó a moverse y eso la devolvió a la realidad. Paula puso las cosas en perspectiva mientras se la colocaba en el otro brazo.


Un punto para Maite.



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