domingo, 2 de mayo de 2021

FANTASÍAS HECHAS REALIDAD: CAPITULO 6

 


A Paula le dio un vuelco el estómago y rezó para que llegaran sanos y salvos a su destino. Después de borrar cuatro llamadas perdidas de su madre y dejarle un mensaje a su socia, Blanca, Paula apagó el móvil y se abrochó el cinturón de seguridad mientras Pedro entraba en la cabina. Si el tipo tenía su propia compañía de aviones parecía lógico que supiese pilotar, se dijo. ¿Por qué entonces estaba nerviosa?


Porque aquel hombre la había descolocado, se respondió. Lo que le había ofrecido era inesperado, y hasta indignante, pero se dijo que no podía dejar pasar una oportunidad así. Lo que tenía que hacer era inspirar profundamente, relajarse, y concentrarse en encontrar la manera de hacer cambiar de opinión a Pedro Alfonso respecto a su propuesta.


Respecto a que pilotara él mismo el avión… había pensado que un hombre tan rico como él tendría a alguien que pilotara mientras él se tomaba una copa y leía los periódicos.


Observó a Pedro, que había dejado abierta la puerta de la cabina mientras se preparaba para el despegue. Lo vio ajustar el micrófono de los auriculares mientras hablaba, comunicándose con la torre de control mientras ponía los motores en marcha.


El avión se deslizó fuera del hangar, y pasaron por delante de otros aviones hasta llegar a la pista. Los motores rugieron con más fuerza.


–Gulfstream Alpha a torre de Charleston. Dos, uno… Recibido… Preparado para el despegue…


La confianza con que Pedro se desenvolvía ante los controles hizo que Paula se relajara. Miró a los bebés, sentados uno a su izquierda y otro a su derecha, los pequeños que estarían a su cargo durante las próximas veinticuatro horas. Sintió una punzada en el pecho al pensar en lo que podía haber sido y no fue. Su matrimonio con Alejandro había sido un desastre. Aunque por una parte se había sentido aliviada de que no hubieran tenido hijos que habrían sufrido con su ruptura, por otra le habría gustado tenerlos.


El avión comenzó a elevarse hacia el cielo. Olivia y Baltazar se removieron inquietos en sus asientos, y Paula alcanzó la bolsa de tela, por si acaso. ¿Tendrían hambre, querrían un juguete? Esperaba que no necesitaran aún que les cambiara el pañal, porque no podría hacerlo hasta dentro de un rato. Por suerte, justo cuando el pánico empezaba a apoderarse de ella, el ruido de los motores consiguió calmarlos y al poco volvieron a dormirse.


Dejó la bolsa en el suelo y se quedó mirando por la ventanilla, se veía que estaban dejando Charleston atrás. También atrás quedaba su apartamento vacío, y el teléfono que ya apenas sonaba porque después del divorcio sus amigos habían dejado de llamarla.


Las agujas de las iglesias salpicaban la ciudad, que se alzaba junto al junto al mar. Después de arruinarse sus padres se habían mudado a Boca Ratón para empezar de cero lejos de los rumores. ¡Qué irónico que las reservas que sus padres tuvieron en un principio respecto a Alejandro hubiesen resultado completamente erradas! Le habían insistido en que firmara un acuerdo prematrimonial. Ella se había negado, pero Alejandro le aseguró que no le importaba y firmó los papeles.


Paula creyó que finalmente había encontrado al hombre de sus sueños, a un hombre que la quería de verdad.


Teniendo en cuenta que su padre había dejado a la familia sin un céntimo, podrían haberse ahorrado lo del acuerdo. Para cuando Alejandro y ella habían roto, él no había querido saber nada más de ella, de su familia, ni de lo que él llamaba su «obsesión por la limpieza».


El modo en que Alejandro parecía haberse desenamorado de ella de la noche a la mañana había sido un golpe a su autoestima del que le había costado bastante tiempo recuperarse. Ni siquiera podía echarle la culpa de su ruptura a otra mujer. Jamás dejaría que otro hombre volviese a tener el control sobre su corazón.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario