jueves, 13 de mayo de 2021

FANTASÍAS HECHAS REALIDAD: CAPITULO 43

 


Desde que creara su propia empresa de limpieza de aviones privados, Paula Chaves había encontrado un sinfín de objetos que la gente se dejaba olvidados, y había de todo. La mayoría de las veces eran cosas como por ejemplo un smartphone, una tablet, una carpeta, un reloj… Siempre se aseguraba de hacérselos llegar a su dueño. Pero también había encontrado cosas más comprometidas, como unas braguitas, unos boxers, y hasta algún juguete erótico. Todas esas cosas las recogía con unos guantes de látex y las tiraba a la basura.


Sin embargo, el chupete que se encontró ese día junto a un asiento le recordó a los dos gemelos que se había encontrado en el avión de Pedro hacía ya casi dos semanas. Sintió una punzada en el pecho al pensar en ellos y en su padre y los ojos se le llenaron de lágrimas.


Bien sabía Dios que había llorado más que suficiente desde aquella noche en la que había salido corriendo del coche de Pedro tras la horrible discusión que habían tenido. Aquello era más doloroso que cuando se había divorciado de Alejandro. De hecho, el fin de su matrimonio había sido un alivio. El perder a Pedro, en cambio, la había dejado destrozada. No podía negar que lo amaba, muchísimo, y él la había dejado marchar.


Casi había esperado que la siguiera o que hiciera algo típico, como mandarle montones de ramos de flores, cada uno con una nota de disculpa. Pero no había hecho nada de eso; había permanecido en silencio. ¿Lo habría hecho para darle tiempo, como ella le había pedido? ¿O simplemente se había alejado de ella?


Claro que en los últimos días no había hecho más que pensar que se había comportado de un modo ridículo. Le había dicho a Pedro que ahora era más fuerte, pero la verdadera fuerza interior de una persona no estaba en discutir y marcharse enfadada. No, una persona fuerte lucharía, se comprometería, y encontraría una solución justa para ambas partes.


Además, ¿qué derecho tenía a condenarlo porque no le hubiese contado de inmediato todos sus secretos? No había sido justa. Sí, Pedro no se había abierto del todo, pero había sido honrado con ella y todo lo que le había prometido lo había cumplido. ¿Por qué no se habría dado cuenta de aquello hacía unos días? Podría haberse ahorrado tanto dolor…


Probablemente porque había escondido la cabeza en la arena, como las avestruces, se había hinchado a llorar, y se había volcado en el papeleo de la oficina para no pensar.


Paseó la mirada por el interior del lujoso avión privado del senador Landis, en el aeropuerto de Charleston, y luego bajó la vista de nuevo al chupete en su mano. Se preguntó cómo estarían Baltazar y Olivia. Los echaba mucho de menos.


Había sido a sí misma a quien había hecho más daño con su actitud, se dijo, sintiendo que los ojos se le llenaban de lágrimas de nuevo. Suspiró y arrojó el chupete en la bolsa de la basura. Luego, con un paño húmedo frotó el cristal de una de las ventanillas hasta dejarlo perfecto. Ojalá los problemas en la vida pudiesen solucionarse con tanta facilidad, se dijo.



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