jueves, 6 de mayo de 2021

FANTASÍAS HECHAS REALIDAD: CAPITULO 18

 


Paula se había quedado inmóvil, intentando ignorar sin éxito el cosquilleo que le subía y bajaba por el brazo con cada pasada de los dedos de Pedro. La oscuridad y los sonidos distantes de la noche creaban un ambiente demasiado íntimo que parecía aislarlos del resto del mundo.


Paula dio un paso atrás.


–¿Has buscado ya a otra persona que pueda ocuparse de los niños?


–¿Para qué? –inquirió él–. Ya te tengo a ti.


–Nuestro acuerdo sólo es de veinticuatro horas.


–Creía que habías dicho que no tenías problema en quedarte un día más –apuntó Pedro dando un paso hacia ella–. Incluso llamaste a tu socia para hablarlo con ella.


–Sí, pero eso fue cuando pensaba que sólo se trataba de trabajo.


–Estás enfadada.


–No, no estoy enfadada. Me siento frustrada y decepcionada. Decepcionada con los dos por habernos dejado llevar de esta manera, olvidándonos por completo de lo que nos dicta el sentido común. Mi prioridad es mi negocio igual que para ti lo son tus hijos.


–Sí, pero el que tenga claras mis prioridades no anula la atracción que siento hacia ti –replicó él–. Además, soy perfectamente capaz de separar el placer de los negocios.


Aunque hacía un momento lo había negado, Paula estaba empezando a enfadarse de verdad.


–¡No me estás escuchando! Lo que acaba de pasar no puede volver a repetirse. Apenas nos conocemos, y los dos tenemos puestas muchas expectativas en este viaje, así que te agradecería que no jugaras conmigo. Que te quede bien claro: no-más-besos –le reiteró, pinchándolo en el pecho con un dedo.


Luego entró y se dirigió al dormitorio antes de que Pedro pudiera hacer que su fuerza de voluntad se tambaleara de nuevo. Sin embargo, cuando cruzaba el amplio salón oyó su voz desde el balcón que decía: «Pues es una lástima».


Paula no podía estar más de acuerdo. Conciliar el sueño esa noche le resultaría muy difícil, no sólo porque no dejaría de echarse la culpa por haberse dejado llevar de esa manera, sino también por el deseo frustrado que palpitaba en su interior.



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