miércoles, 5 de mayo de 2021

FANTASÍAS HECHAS REALIDAD: CAPITULO 15

 


Pedro dejó su copa en la mesa con cuidado. La sangre le hervía en las venas con lo que estaba oyendo, y temía que, de no soltar la copa, la haría añicos.


–A ver si lo he entendido: ¿tu ex te dejó porque no podíais tener un hijo juntos?


–Bingo –respondió ella con una sonrisa tirante.


–Menudo imbécil –dijo Pedro–. Sería un placer ir y patearle el culo en tu nombre.


Paula esbozó una débil sonrisa.


–No es necesario, gracias. Ya no soy tan boba como era antes; ahora, cuando creo que alguien se merece una patada en el culo se la doy yo misma.


–Me alegra oír eso –respondió Pedro.


Admiraba sus agallas y la fuerza interior que tenía. Por lo que le había contado, parecía que había reconstruido su vida después de dos duros golpes que habrían dejado noqueada a la mayoría de la gente.


–Intento no machacarme con aquello. No tenía mucha experiencia escogiendo a la gente que dejaba entrar en mi vida, así que supongo que era de esperar que lo nuestro no funcionara.


–Pues a mí me parece que quien lo estropeó fue él y no tú –Pedro alargó una mano y le acarició suavemente la mano.


Paula abrió mucho los ojos, como sorprendida, pero no apartó su mano.


–Gracias por el voto de confianza, pero estoy segura de que hubo algo de culpa por ambas partes.


–Eso siempre es algo difícil de dilucidar –murmuró él retirando su mano.


–¿Y qué me cuentas de tu ex? ¿Tiene por costumbre irse por ahí y dejarte a los niños?


–No, en realidad no.


La verdad era que Pamela, a pesar de cierta diferencia de opiniones en cuanto al cuidado de sus hijos, era una buena madre. De hecho, cada vez que se los dejaba lloraba como una Magdalena.


–Venga –lo instó Paula–, yo te he contado la patética historia de mi matrimonio; ¿cuál es la tuya?


Pedro prefería no hablar de sus fracasos, pero la luz de la luna y la buena compañía lo empujaron a hacer una excepción.


–Bueno, tampoco fue un drama griego, ni nada de eso. Pamela y yo tuvimos un romance y ella se quedó embarazada –dijo. Lo que Pamela no le había dicho era que a la vez estaba viéndose con otro hombre–. Así que nos casamos por los niños. Lo intentamos, y nos dimos cuenta de que no funcionaba. Cuando los bebés nacieron el divorcio ya estaba en curso.


–Por cómo lo cuentas da la impresión de que lo has llevado todo con mucha calma.


¿Con mucha calma? Nada más lejos de la verdad, pero la vida seguía.


–Tengo a los gemelos. Y Pamela y yo estamos intentando ser unos buenos padres para ellos. Bueno, hasta hoy al menos creía que eso era lo que estábamos haciendo.


Paula alargó una mano para ponerla sobre la suya.


–No puedo decir que entienda lo que tu ex ha hecho hoy, pero creo estáis haciendo un buen trabajo con vuestros hijos. Son unos bebés sanos y preciosos.


El contacto de la suave piel de Paula hizo que una ráfaga de deseo se disparase por las venas de Pedro, pero trató de centrarse en la conversación.


–Bueno, son un par de torbellinos, pero haría cualquier cosa por ellos. Cualquier cosa.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario