Pedro entró en su apartamento quitándose la chaqueta. Estaba agotado, había sido un día muy largo. La boda le requirió mucha más energía de la que se había imaginado. Todo eso le había hecho sentirse como una marioneta, como un loco sin pensamientos propios.
¡Y el baile! Eleonora había tenido que contratar a esa estúpida banda. Lo que recordaba bien era el contacto del cuerpo de Paula contra el suyo. Se notó responder ante ese vivo recuerdo tan pronto como lo había hecho en la pista de baile… ¡Ya estaba bien!
Se dirigió hacia el pequeño bar y se sirvió un poco de coñac. Luego se dejó caer sobre el tresillo y puso los pies ya descalzos sobre la mesita. Cuando cerró los ojos y apoyó la cabeza en los cojines, su imaginación se desmadró y no sólo pudo sentir el cuerpo de Paula contra el suyo, sino también casi oler su suave perfume. Se preguntó de dónde venía ese olor. Respiró profundamente, tratando de encontrar la fuente; todavía lo tenía en la nariz.
Ella era tan femenina. Encajaba tan perfectamente entre sus brazos. Había tratado de no apretarla demasiado, de no tocarla de la forma que quería realmente, de no ver si realmente era tan suave como parecía. Y luego estuvo ese beso en el altar…
Pedro abrió los ojos y se sentó. ¡Déjalo! se dijo. Eduardo tenía razón. No podría llegar al final de ese año si no mantenía esa atracción bajo control. ése había sido el tema de la última charla que le había dado su hermano antes de subir. Se sintió como un escolar siendo regañado.
¡Estaba enfadado! Eduardo estaba actuando como si él fuera un jovenzuelo con las hormonas desbocadas. La compañía era tan importante para él como lo podía ser para Eduardo y el resto de la familia. ¿Es que Edu se imaginaba que era capaz de hacer algo que destruyera aquello para lo que había estado trabajando tan duramente durante todos esos años, incluso renunciando casi completamente a tener una vida social? No, Eduardo estaba equivocado. Él podía y debía quitarse eso de la mente. Con todos los viajes que hacía, el año pasaría volando y luego ella se marcharía.
Se puso de pie y se dirigió hacia la habitación. Se sentó en el borde de la cama y se quitó los calcetines y pantalones. ¿Por qué ese pensamiento le producía como un nudo en el estómago? Estaría muy contento cuando esa irritante mujer desapareciera de su vida. No necesitaba que lo mirara con esos enormes ojos azules, encantándolo a condenándolo. ¡No le debía nada!
Se había sacrificado mucho por su familia. Se pasó una mano por el abdomen tomando nota de que debía de volver al gimnasio. Si, una vez que volviera a su rutina habitual no tendría casi tiempo para recordar que estaba casado.
Con ese pensamiento en la cabeza, se dirigió hacia el cuarto de baño. Tal vez una ducha le ayudara a quitarse a Paula de la cabeza.
Ayyyyyyyyyyyy, qué lindos caps jaja.
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