miércoles, 19 de mayo de 2021

EL TRATO: CAPÍTULO 16

 


Por fin, el día terminó. Había sido el día más largo de la vida de Paula. Se sentó en un sillón cerca de la chimenea y le echó un vistazo a la habitación donde la había conducido Eleonora. No era muy grande, pero estaba decorada de una forma definitivamente maravillosa.


La alfombra era espesa y de un color marrón chocolate. Todos los muebles estaban colocados en semicírculo alrededor de la chimenea. Había un mueble bar de ruedas muy bien surtido en una esquina. Al otro lado había un escritorio de caoba antiguo. El escritorio estaba lleno de papeles y folios, indicando que no era sólo para decorar.


En la pared opuesta había una pequeña cocina con dos fuegos y un pequeño frigorífico. Una cafetera aparecía sobre un aparador. Todas las comodidades de un hogar, pensó Paula. En otra parte se veían dos puertas que ella supuso que daban al dormitorio y al baño. Era un apartamento completo y estaba segura de que era el de Pedro. ¿Dónde dormiría él esa noche? Sabía que tenía que tomar un avión por la mañana. ¡Él mismo se lo había recordado muchas veces!


Bueno, no tenía importancia. La extraña boda ya había terminado y Paula estaba muy cansada, tanto que no quería ni pensar en los acontecimientos del día en ese momento. Lo que quería era un agradable baño caliente y meterse en la cama. Haciendo lo que le pareció un esfuerzo sobrehumano se levantó del cómodo sillón y se dirigió hacia una de las puertas.


Lo primero que vio fue una pequeña habitación con un tresillo situado frente a una televisión portátil. Había también una combinación de lámpara de pie-revistero. Se apoyó en el quicio de la puerta y sonrió. Si tenía que vivir en ese sitio durante un año, por lo menos podría utilizar esa pequeña alcoba para relajarse y mantenerse apartada de la «familia».


Paula se dirigió hacia la otra puerta y entró en el dormitorio. Encendió la luz y le echó un vistazo. La habitación era enorme. Lo mismo que la cama. Esa enorme cama dominaba la habitación y podía estar perfectamente proporcionada con el cuerpo de Pedro.


Vio un pequeño neceser en una esquina de la habitación. Eso le recordó que su equipaje llegaría al día siguiente. Paula empezó a desnudarse. Encontró un armario y, apartando algunos de los trajes de Pedro, colocó allí la ropa.


Luego se metió en el cuarto de baño con el neceser. También era muy grande y tenía una acogedora bañera antigua. Dejó correr el agua y volvió al dormitorio. Después de destapar la cama entró de nuevo en el cuarto de baño y cerró la puerta.


Cuando la habitación empezó a llenarse de vapor, terminó de desnudarse. El agua caliente era como estar en el cielo cuando se sumergió en ella. Suspiró y las tensiones que le había producido el día se esfumaron. Le resultaría muy fácil dormirse, acunada por el agua.


Cuando apoyó la cabeza en el borde de la bañera cerró los ojos e hizo eso precisamente.



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