Paula se encontraba más calmada, cuando se acercó a la tienda que hacía las veces de comedor. Pedro estaba sentado con otros vaqueros bromeando… Siempre y cuando aquellos hombres no la besaran, Alfonso se sentiría a gusto con ellos.
De pronto, Pedro la divisó y le hizo señales para que se uniera al grupo.
Un vaquero susurró algo al oído de la joven, interceptándole el paso:
—Red, parece que ese tipo se te ha pegado como una lapa.
Paula se dio media vuelta y descubrió a Claudio, cuyo sombrero había sido recientemente abastecido de todo tipo de preservativos.
En efecto, su hermano mayor podía ser un mujeriego, pero por lo menos era coherente y se relacionaba honestamente con sus acompañantes.
—No te preocupes, Claudio —respondió la vaquera.
—¿Sabes una cosa? No me cae del todo mal —dijo el vaquero, refiriéndose a Alfonso.
—Los hombres siempre suelen hace buenas migas entre ellos… Luego te veo, Claudio.
Paula tomó un plato y lo llevó donde estaba el cocinero, para que le sirviera el desayuno. A continuación se fue a sentar con Pedro y los demás, que desaparecieron poco a poco para no molestar…
—¿Qué les has dicho para que se esfumaran nada más verme? ¿Los has amenazado para que nos dejaran solos?
—Por supuesto que no. Soy un tipo muy civilizado —dijo Pedro bebiendo un buen trago de café—. ¿Acaso no te apetecía desayunar conmigo?
Paula rió por lo bajo, mientras le lanzaba un poco de beicon a Bandido.
—Has conquistado a todo el mundo en el rancho, ¿acaso no soy una más?
—Pero querida, tú eres mi…
—… monitora —le interrumpió, la vaquera—. No necesitas para nada un monitor, porque puedes arreglártelas solo perfectamente.
—Pero prometiste que serías mi guía —dijo Pedro con su irresistible sonrisa. Al cabo de un par de segundos, Paula había olvidado lo que le preocupaba.
En efecto, hombres como aquél podían ser muy perjudiciales para la salud, sobre todo para mujeres como ella, que podían llegar a perder hasta la identidad.
El resto de los turistas comenzaban a acercarse en grupos más numerosos para tomar el desayuno.
Paula se levantó y se dirigió hacia sus abuelos, que estaban conversando con varias familias.
Los turistas que venían por primera vez tenían muchas preguntas que hacer y no dudaban en planteárselas a sus anfitriones. Pero los que lo pasaban mejor eran los niños, para ellos era como un sueño poder ser auténticos vaqueros, como los de las películas.
De pronto, Paula volvió a acordarse de Alfonso, por lo tierno que se ponía a veces. Pero estaba claro que ambos no serían más que amigos.
Jajajajaja todos quieren ayudarlos a que estén juntos y Pau está reacia. Muy buena historia.
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