domingo, 14 de marzo de 2021

TORMENTOSO VERANO: CAPÍTULO 15

 


YA era demasiado tarde para tratar de contener los recuerdos. Se presentaban ante ella con todos sus crueles y duros detalles.


Se sentó en una de las sillas con la cabeza entre las manos. Se había sentido dolida y sorprendida cuando Pedro le dijo que había interceptado la carta que ella le había escrito a su padre. Aquella reacción por parte de alguien a quien ella había puesto en un pedestal le dolió profundamente, añadiéndose a la frialdad que Pedro mostraba hacia ella. Pedro además la calidez con la que trataba a su madre y eso hacía que el rechazo fuera aún peor. No se mostraba frío con las dos. Tan sólo con ella.


Cuando su madre le dijo que Pedro la iba a invitar a cenar para darle las gracias por haberlo alojado en su casa, Pau le había preguntado si podía invitar a algunos amigos para celebrar el final de curso y de los exámenes. Su madre había estado de acuerdo, siempre y cuando Paula prometiera invitar tan sólo a media docena de compañeros. El trato le había parecido justo por lo que se había sentido horrorizada cuando su pequeña reunión se vio interrumpida por la llegada de lo que parecían ser docenas de adolescentes, muchos de los cuales ya iban muy bebidos.


Paula había tratado de convencerlos para que se marcharan, pero sus esfuerzos habían sido en vano. Ramiro, uno de los chicos, era el líder de una de las peores pandillas del instituto. Jugaba en el equipo de fútbol y era muy popular. Se había ido arriba con la chica que había llegado con él, y a la que Paula ni siquiera conocía, y ésta los había seguido. Se quedó horrorizada al ver que entraban en el dormitorio de su madre.


En la discusión que se produjo entonces la chica se marchó y Ramiro, furioso con Paula por haberle estropeado la diversión, la agarró y la tumbó en la cama. Sus actos convirtieron la ira de Paula en miedo. Trató de soltarse y de enfrentarse a él, pero Ramiro se rió de ella y le vertió cerveza por encima, y luego se tumbó encima de ella.


Justo en aquel momento, la puerta se abrió y Paula vio a su madre y a Pedro en el umbral. Al principio, se sintió aliviada, pero entonces notó el gesto que había en el rostro de Pedro. Ramiro también se dio cuenta porque entonces soltó aquel comentario asqueroso y falso sobre el resto de su equipo de fútbol, a lo que añadió una afirmación igualmente falsa.


–Le encanta. No se cansa nunca. Preguntádselo a cualquiera de los chicos. Todos sabes que siempre está dispuesta. Una ninfómana en potencia. Eso es lo que ella es.


Pau aún recordaba la incredulidad que se había apoderado de ella, impidiéndole por completo hablar o moverse. Defenderse de aquellas falsedades. En vez de eso, había permanecido tumbada, inmovilizada por el terror, mientras que Pedro arrancaba a Ramiro de la cama y lo echaba de la casa.


Recordaba perfectamente el rostro incrédulo de su madre antes de marcharse detrás de Pedro.


Por supuesto, más tarde le había explicado a su madre todo lo ocurrido y, afortunadamente, ella la había creído, pero, para entonces, Pedro ya estaba de camino a España. El dolor que Pau había sentido al ver el desprecio y el asco que se reflejaba en los ojos de él al mirarla había convertido la atracción que sentía hacia él en repulsión e ira.


Jamás había regresado al instituto. Tres de sus amigas y ella se habían cambiado a un colegio privado gracias a la excelencia de sus resultados académicos. Pau se había jurado en silencio que conseguiría que su madre se sintiera orgullosa de ella. Jamás permitiría que otro hombre la mirara como Pedro lo había hecho. Jamás había comentado con nadie el daño que le había hecho que Pedro malinterpretara sus actos de aquella manera. Era su íntima vergüenza, una vergüenza que Pedro se había ocupado de resucitar.






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