sábado, 27 de marzo de 2021

FARSANTES: CAPÍTULO 9

 


La joven vaquera continuó con el papel que le había adjudicado Alfonso, quejándose al ponerse en pie. El joven se despidió y la tomó en brazos para depositarla en el interior de la casa.


Cuando desapareció el ruido del coche de Gabriela, ambos suspiraron con alivio.


—Ya puedes dejarme en el suelo —le indicó Paula al joven, que le dedicó una amplia sonrisa.


Estaba horrorosa, tenía todo el pelo revuelto, la cara manchada y las piernas llenas de rasguños. Para colmo, la camisa que le había prestado Alfonso, no conseguía tapar lo más sugerente de su cuerpo. El joven lo había notado hacía un buen rato…


—Te quejabas tanto que pensé que no ibas a poder andar por tus propios medios.


—Pues puedo andar, y además dar patadas.


—Me parece estupendo —dijo Pedro, dejándola por fin en el suelo.


Paula Chaves no era guapa. Sin embargo, era resultona. Tenía unos ojos verdes que llamaban la atención. La barbilla, que realzaba el temperamento testarudo de la joven, era en cierto modo irregular. Y su cutis lechoso estaba rodeado de densos mechones color canela…


—Por cierto —dijo Alfonso—, gracias por haberme echado una mano con Gabriela.


—Te lo debía, por haberme bajado del árbol.


—Lo tuyo ha sido mucho más fácil que deshacerme de esa mujer. Está empeñada en casarse conmigo, a pesar de que he sido educado disuadiéndola. He sido claro, incluso un poco rudo, pero parece que no quiere aceptar una negativa. Como verás, aunque preparé mis vacaciones en secreto, consiguió averiguarlo todo. Por eso, a última hora cancelé el viaje.


Paula arrugó la nariz y le sugirió:

—¿Por qué no la ignoras simplemente?


—Eso es imposible. Es tan perseverante como un mosquito revoloteando en la misma oreja, toda la noche. Normalmente, no me afecta tanto. Pero la verdad es que necesito unas vacaciones, una playa y todas las siestas del mundo.


—Pues dile que estás casado —le sugirió Paula—. O que tienes una enfermedad incurable.


—¿Como cuál? —preguntó Pedro, enarcando una ceja.


—Soltería en fase terminal.


—No creo que funcione —contestó desanimado el joven, mientras su acompañante se reía.




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