miércoles, 31 de marzo de 2021

FARSANTES: CAPÍTULO 21

 


Pedro pensó tratarla como si fuese una clienta, aconsejándola y utilizando la más exquisita diplomacia con ella.


En efecto, tenía mucha experiencia asesorando a inversores, para disuadirles cuando pretendían hacer una mala inversión. Sobre todo, en esos momentos, se trataba de apelar al sentido común y a la sangre fría. En aquel momento, Paula necesitaba su ayuda, de amigo a amigo. Después de todo, su familia le caía muy bien y ella representaba un soplo de aire fresco entre tanta tradición. Era una mujer honesta y atractiva que no merecía recibir un palo de la vida, persiguiendo un sueño imposible.


Alfonso se sorprendió a sí mismo, tomándola por una joven atractiva. Por lo tanto, tampoco estaba claro que fuese simplemente una amiga…


Pedro respiró profundamente y con mucha calma le expresó su opinión.


—Lo siento, pero creo que debo decirte que tu sueño de comprar el rancho es una idea muy bonita… pero excesivamente romántica. En la vida hay que ser mucho más práctico.


—¿Crees que soy romántica? —dijo Paula, con un poco de desprecio—. Conozco muy bien la realidad y el hecho de llevar un rancho no es un juego: requiere trabajo constante y mucho esfuerzo. No se enriquece uno como en la bolsa, y la responsabilidad es grande puesto que la marcha del negocio es impredecible. La única razón por la cual no nos fuimos a pique es porque los turistas encontraban romántico el hecho de pasar unas vacaciones en nuestro rancho.


—Oh… —murmuró Pedro, sin saber qué decir.


Sin embargo, todavía pensaba que Paula idealizaba demasiado el trabajo en una explotación como aquella. Disfrutar de la naturaleza de Montana era agradable para pasar unas semanas. Pero vivir de un negocio, era algo muy distinto, porque parte de la vida cotidiana implicaba un riesgo y una responsabilidad tremendas.



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