La propia Paula colocó los topes en las ruedas de la avioneta, teniendo en cuenta que Claudio seguía durmiendo tranquilamente. La joven vaquera le mostró a su acompañante los edificios que formaban parte del aeropuerto privado. Estaba un poco nerviosa, pero Pedro lo comprendió.
Había sido un poco agobiante con el tema de la virginidad. La verdad es que para otros hombres habría sido un fastidio. Pero él lo encontraba curioso. Además, Paula estaba lo suficientemente segura de sí misma como para no tomárselo como un lastre.
De pronto, Claudio, que ya se había despertado, saludó a Paula desde dentro del camión remolcador. Cuando se bajó del vehículo le dio a la vaquera un gran abrazo de oso y un leve beso en los labios. Todo ello sin desplazar ni un milímetro su sombrero. Pedro observó la escena con detenimiento.
—¡Encantado de volver a verte! El jefe me dijo que te recogiera. ¿Quién es tu acompañante?
—Te presento a Pedro Alfonso —dijo Paula, mientras los dos hombres se daban la mano.
Ambos tenían la misma altura y aproximadamente la misma edad. Sin embargo, se veía que Claudio tenía la piel curtida por el contacto continuo con la naturaleza.
De inmediato, Pedro advirtió las marcas de los preservativos bajo la cinta del sombrero. Estaba claro que necesitaba tenerlos siempre a mano…
A Alfonso no le gustó pararse a pensar en el beso que le había dado Claudio a Paula. No es que estuviera celoso, pero no podía dejar de pensar que, probablemente, el vaquero cumpliría los requisitos para ser el marido ideal de Paula.
Pedro intentó recordar lo que ella realmente deseaba encontrar en un futuro cónyuge. No quería que su esposo muriese prematuramente, víctima de un ataque de hipertensión. Tampoco quería casarse con un hombre que sólo pensase en el dinero, porque compartir cama con una cuenta bancaria no le atraía demasiado. Alfonso se quedó pensando que, tener relaciones sexuales con alguien tan atractivo como Paula y tener una buena suma de dinero en el banco, podían ser dos cosas perfectamente compatibles. Y luego estaba el rancho…
La vaquera quería tener a su lado a un hombre que amase la naturaleza de Montana, para acompañarla hasta el final de sus días.
Con toda seguridad, Claudio era el tipo ideal. Era un vaquero en toda la regla, con el sombrero, las botas, etc…
Puro blabla Pedro me parece jajaja. Bien celoso se va a poner con ese Claudio jajaja.
ResponderBorrarLe poco el bichito de los celos a Pedro!
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