jueves, 25 de febrero de 2021

UN EXTRAÑO EN LA CAMA: CAPÍTULO 24

 


Al llegar a casa, le alegró ver que las luces seguían encendidas. Eso significaba que Paula debía de estar esperándolo.


Abrió la puerta y la vio saliendo de la cocina con la chaqueta del traje puesta y el bolso colgado del hombro.


—Te estaba esperando —le dijo.


—Ya veo —respondió él, levantando la bolsa con la compra—. Voy a cocinar, si te apetece quedarte a cenar.


Ella jugó con el botón de su chaqueta. Lo miró, se ruborizó y volvió a bajar la vista. Pedro tenía frío, estaba cansado y le dolía la pierna, pero se olvidó de todo con aquella mirada.


—Yo… creo que deberíamos hablar —respondió ella.


—¿Y eso?


Pedro dejó las bolsas, se quitó la chaqueta y la colgó en el perchero de roble que ella había vaciado antes de que llegasen los clientes, como si un perchero vacío no quedase mucho más extraño que uno con algún abrigo.


—Lo de la cena no estaba… previsto.


—Es la hora de cenar.


Ella agarró el asa de su maletín.


—Lo que ocurrió… —balbució, deteniéndose de repente.


—¿Te refieres al beso? —preguntó él, empezando a divertirse.


Se apoyó en la pared, en parte para aliviar su dolorida pierna y, en parte, para observar la expresión de su rostro.


—Sí, sí, el beso.


Estaba adorable, sexy, insegura, confundida, un poco molesta.


—No fue nada profesional —continuó—. No volverá a ocurrir.


Eso era una buena noticia, era evidente que ambos habían entrado en razón. No podía tener una aventura con una agente inmobiliaria que estaba intentando vender su casa.


Pero no pudo darle la razón. Solo podía pensar en besarla otra vez.


—¿Que no volverá a ocurrir?


Ella sacudió la cabeza.


—No.


—¿Y si yo quiero que vuelva a ocurrir?


Ella hizo una mueca y Pedro se dio cuenta de que estaba intentando sonreír.


—Soy tu agente inmobiliaria. Nuestra relación tiene que ser estrictamente profesional.


—Ya veo.


La miró a los ojos, se cruzó de brazos y le dijo:

—Supongo que te podría despedir.




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