miércoles, 10 de febrero de 2021

APARIENCIAS: CAPÍTULO 30

 


No llegó a casa hasta más de una hora más tarde. Y eran las nueve y cuarto cuando entró en el despacho.


Camila ya estaba allí.


–Es la primera vez que llegas a esta hora –comentó.


–Lo siento –dijo Paula.


–Parece que no has dormido mucho esta noche –continuó Camila.


–Me quedé trabajando hasta tarde –mintió ella.


–Mientes fatal –le dijo Camila, cruzándose de brazos–. Y estás radiante. 


¿Radiante?


–No es verdad.


–Sí. Brillas como un árbol de Navidad.


Camila apoyó ambas manos en el escritorio de Paula.


–Quiero saber qué está pasando. ¿Estás saliendo con alguien a mis espaldas?


–No exactamente.


–¿Está casado? ¿Por eso no me lo has contado, no?


–¡Por supuesto que no! Si no te lo he contado es porque lo conocí el viernes.


–Ah –dijo Camila decepcionada–. Tenía que habérmelo imaginado, al ver que no regresabas cuando te fuiste con el señor Dilson, pero… –se interrumpió y abrió mucho los ojos–. ¡Dios mío! ¿Estás saliendo con Pedro Dilson?


Paula notó que le ardían las mejillas.


–¡Oh, Dios mío, estás saliendo con él! ¡Te has ligado al vaquero!


–No te emociones. Es solo una aventura. No va a llegar a nada.


–¿Por qué, porque no es rico y poderoso? ¿A quién le importa? ¡Está tremendo!


A ella le importaba.


Aunque ni tampoco era eso exactamente, se trataba de algo más.


Era que querían cosas diferentes en la vida y uno de los dos tendría que renunciar a todo si en algún momento querían estar juntos.


Camila suspiró.


–Ha sido increíble, ¿verdad? Quiero decir que hay tipos que los ves y sabes que van a ser increíbles en la cama.


–Ha sido más que increíble –admitió Paula.


Camila se dejó caer en el sillón.


–Tengo celos. ¿Sabes cuánto tiempo hace que no conozco a nadie con quien me apetezca acostarme? Además, a los hombres no les gustan las mujeres rellenitas. 


–No se lo puedes contar a nadie.


–¿A quién se lo iba a contar?


–No sé, pero dado que es un cliente, se trata de un serio conflicto de intereses.


–Paula, cielo, estás organizando una fiesta. Sé que es importante para ti, pero no es como si el destino del mundo estuviese en tus manos. Dudo que le pueda importar a alguien.


Paula estaba de acuerdo, pero sabía que le sería muy fácil enamorarse de él y necesitaba tener los pies en el suelo.


Pedro era sincero y trabajador, pero ella no estaba dispuesta a volver a vivir de modo parecido a la pobreza de su niñez.


Sabía que a él le encantaba su trabajo y que tenía la intención de conservarlo.


Lo que significaba que, si quería estar con él, tendría que ser ella quien abandonase el suyo.


Y no podía hacer algo así. No se imaginaba siendo la esposa del capataz de un rancho ni viviendo con su sueldo.


No se trataba de comprar cosas caras, sino de tener una estabilidad económica.


–¿Y qué piensa él de que solo sea una aventura?


–¿Qué va a pensar? Es un tío. No va a rechazar el sexo sin compromiso.


–Pues tú no pareces tan segura de querer solo eso –le dijo Camila.


–Sé muy bien lo que quiero –respondió ella.


La cuestión era si Pedro lo sabía.





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