domingo, 3 de enero de 2021

AVENTURA: CAPITULO 2

 


Paula miró por encima del hombro a Pedro Alfonso, presidente de la rama principal de Western Oil, de pie junto a la barandilla, con una copa en la mano y exhibiendo un atractivo conservador e informalmente sofisticado como el día en que Beatriz los había presentado. No era su tipo, en el sentido de que tenía una carrera de éxito y carecía de tatuajes y de historial policial. Pero era un pez gordo en Western Oil, de modo que tomar una copa con él había sido el «corte de mangas» definitivo para su padre. Esa copa fueron dos, luego tres y cuando le preguntó si la llevaba a casa, había pensado que era inofensivo.


Hasta ahí la teoría brillante. Pero cuando la besó ante su puerta, prácticamente estalló en llamas. A pesar de lo que inducía a la gente a creer, no era la precoz gatita sexual que describían las páginas de sociedad. Era muy selectiva con quién se acostaba y nunca lo hacía en una primera cita, pero se podía decir que lo había arrastrado al interior de su casa. Y aunque él hubiera podido parecer conservador, decididamente sabía cómo complacer a una mujer. De pronto el sexo había cobrado un sentido nuevo para ella. Ya no se trataba de desafiar a su padre. Simplemente, deseaba a Pedro.


Y a pesar de que se suponía que solo iba a ser una noche, él no paró de llamar y descubrió que le era imposible resistirse. Cuando la dejó, estaba locamente enamorada de él. Por no mencionar que también embarazada.


Pedro miró en su dirección. Paula quedó atrapada en esa mirada penetrante. Un escalofrío le erizó el vello de los brazos y de la nuca. Luego el corazón comenzó a latirle deprisa a medida que la recorría esa sensación familiar y el rubor le invadía el cuello y las mejillas.


Apartó la vista.


–Era el compañero de cuarto de Leo en la universidad –explicó Beatriz, haciéndole cosquillitas a Matías bajo el mentón–. Me era imposible no invitarlo. Habría sido una grosería.


–Al menos podrías habérmelo advertido.


–De haberlo hecho, ¿habrías venido?


–¡Claro que no! –tenerlo tan cerca de Matías era un riesgo que no podía permitirse. Pedro sabía muy bien lo que sentía al respecto.


Esta frunció el ceño mientras susurraba:

–Quizá pensé que ya era hora de que dejaras de esconderte de él. Tarde o temprano la verdad saldrá a la luz. ¿No crees que es mejor ahora que tarde? ¿No crees que él tiene derecho a saberlo?




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