Paula se sorprendió el sábado por la noche al verlo con un grupo de gente en el teatro. Tres mujeres, todas muy guapas, y dos hombres.
Y ninguno de ellos estaba cenando. Debían de haber ido sólo para oírla cantar, pensó.
Cuando llegó al camerino, Pedro estaba esperándola.
—Ven conmigo, quiero presentarte a una gente. Y así podrás cenar algo, además.
—Estoy cansada —protestó ella. Mentira. Estaba demasiado nerviosa.
Al final, lo convenció para que la dejara ducharse y cambiarse de ropa antes de reunirse con ellos. Eran los primos de Pedro: Zaid Kyriakos, Tiziano bin Rachid al Zayed y tres mujeres: la esposa de Zaid, Pandora, la hermana de Zaid, Katy, y su prima Sara.
—Queríamos darle una sorpresa a Pedro —le explicó Zaid—. Para celebrar su cumpleaños.
—Y debería darnos las gracias —añadió Pandora—. Me he atrevido a subir en un helicóptero sólo por él.
—Gracias por venir. A todos —rió Pedro.
La cena, estilo bufé, consistió en calamares, brocheta de langostinos, ostras, espárragos blancos, ensalada de pepino, todo tipo de pescados a la plancha…
—Bueno, vamos a brindar por Pedro —dijo Zaid, levantando su copa—. Que cumplas muchos más y que todos lo veamos.
—Ahora lo que tienes que contarnos es para cuándo habrá otra boda en la familia —añadió Pandora.
Esa frase fue seguida por un largo silencio.
—A mí no me mires —intervino Tiziano—. Ya sabes que yo no soy partidario del matrimonio —añadió, mirando a Paula con cara de pocos amigos.
Paula le devolvió la mirada sin entender. O, más bien, sin querer darse por enterada.
Después, sirvieron un pastel con velas para que Pedro las apagase y todos convencieron a Paula para que volviese a cantar el Cumpleaños Feliz.
Más tarde, mientras Tiziano y Pedro hablaban, Katy se acercó a ella para charlar un rato.
—¿Por qué me ha mirado así Tiziano? —le preguntó Paula—. Parece que no le caigo muy bien.
—La suya fue una separación muy desagradable y creo que ahora desconfía de todas las mujeres —rió Katy—. Pero no te preocupes, tú nos gustas. Casi tanto como a Pedro. Si no, no te estaría contando esto.
—Pero yo no le gusto a Pedro —protestó Paula.
—Sí, bueno, no voy a preguntar qué ocurrió entre vosotros en el pasado…
—Aunque esperamos que nos cuentes qué te hizo engañarlo con otro —intervino Pandora.
—¡Pandora! Eso no es asunto nuestro —la regañó Katy.
Paula miraba de una a otra, divertida.
—¿Todo bien? —preguntó Pedro, acercándose.
—Sí, claro.
—Mis parientes pueden ser un poco pesados.
Pandora y Katy soltaron una carcajada.
—¿Nosotros pesados? ¡Pero si somos lo mejor de la familia! —exclamó Katy.
Más tarde, Pedro la acompañó a su habitación. Hacía fresco, pero no tanto como para necesitar abrigo.
—Me parece que tu familia tiene una idea equivocada sobre nosotros.
—¿Por qué dices eso?
—Tengo la impresión de que nos creen una pareja. Y a Katy no parecía preocuparle que hubiéramos roto hace tres años. Aunque he detectado ciertas reservas por parte de Tiziano…
—Mi primo cree que volver contigo es una locura.
—¿Habéis hablado de mí?
—Tiziano ha hablado de ti. Cree que volverás a traicionarme, a romperme el corazón.
Paula habría querido protestar. Negar que ella pudiera hacer tal cosa. Pero entonces recordó que ella no era Mariana. Y Mariana siempre había sido una coqueta, una rompecorazones.
—¿Y tú qué le has dicho?
Entre las sombras, Paula podía sentir la fuerza de su mirada.
—Que nunca te quise, de modo que nunca me rompiste el corazón. Y tampoco me lo romperías ahora.
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