Pedro se sintió orgulloso. Le habría gustado tomarla en sus brazos, le habría gustado besarla y…
¡Quería quedarse!
Esa idea no lo asustó, todo lo contrario, le dio fuerzas. Quería quedarse y no tenía nada que ver con Molly o Camilo o Luciana. O con ayudar a Paula contra sus hermanos.
Sino con él… con ella. Era eso para lo que había ido a Buchanan's Point, aunque hubiese intentado engañarse a sí mismo durante el camino.
Se metió las manos en los bolsillos del pantalón y la estudió, intentando disimular, mientras una habitación llena de gente lo estudiaba a él. El tono sándalo de su pelo brillaba bajo las lámparas. Sus labios, invitadores, prometían exóticas delicias, sus ojos refulgían de rabia contra la traición de sus hermanos. Nunca había visto a nadie más deseable en toda su vida.
Pero… ¿y si ella no lo quería allí? Pedro apretó los puños. ¿Y si no lo amaba?
Entonces se convertiría en la clase de hombre que Paula quisiera.
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