Paula intentó contener los locos latidos de su corazón mientras levantaba la mano para llamar a la puerta de Pedro.
—Hola —dijo, intentando sonreír. Pero descubrió que sus labios se habían vuelto de goma, como sus piernas.
—Hola.
No tenía el ceño fruncido, ni siquiera ese gesto sombrío al que casi había empezado a acostumbrarse.
—¿Va todo bien? —preguntó él.
—Sí, claro.
Se le había olvidado y Paula quería ponerse a gritar de frustración. Ella deseando que llegase aquel día y a Pedro se le había olvidado.
—Es lunes.
—¿Y qué?
—Dijiste que me enseñarías a jugar al ajedrez.
Pedro arrugó el ceño y Paula dio un paso atrás.
—¡No hagas eso!
—¿Que no haga qué?
—Convertirte en el señor Hyde. Sé que no eres mi niñera ni mi amigo, pero al menos podríamos ser amables el uno con el otro y disfrutar de una partida de ajedrez, ¿no?
—Sí, bueno…
—Ayer lo pasamos bien.
Pedro levantó las cejas. Ojalá mostrase un poco más de entusiasmo, pensó ella.
—¿No has traído tarta de chocolate?
—Pues no. ¿No comiste suficiente ayer?
—No —sonrió Pedro. Y Paula se encontró respirando un poco mejor.
—El lunes que viene —le prometió.
Ayyyyyyyyyyyy, qué lindos caps, va aflojando Pedro y me gusta.
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