domingo, 1 de noviembre de 2020

CORAZON SOLITARIO: CAPÍTULO 22

 


Paula apartó la mirada de la espalda de Pedro y se volvió hacia Camilo Whitehall.


—Es un buen chico —dijo el anciano.


¿Buen chico? Más bien un hombre insoportable. E incomprensible.


—Hemos estado comprando cosas en el mercadillo. Aunque yo debería haberme quedado en uno de los puestos…


—Bridget Anderson te ha pillado por banda, ¿verdad? —sonrió Camilo—. A esa mujer le gusta mucho mandar. Debería haberse metido en política.


Paula se rio, pero era verdad. Y pensó que a lo mejor a Camilo se le ocurría una buena profesión para ella.


—¿Lo estás pasando bien en Eagle's Reach?


Su vacilación la delató.


—Pues… es un poco solitario. Es muy bonito, pero yo no estoy hecha para esa soledad.


—Y Pedro tampoco.


—¿Lo dices en serio?


—Sí, completamente.


—Pero… él es tan duro. No parece que la soledad le moleste en absoluto, al contrario. Parece celoso de ella.


—Ah, tú lo has dicho.


Camilo no dijo nada más y Paula no quería preguntar. Pero entendió entonces por qué Pedro se había marchado tan abruptamente. Camilo Whitehall era la única persona de Martin's Gully que a Pedro le importaba de verdad. Su mutuo respeto, su amistad, habían sido evidentes desde el primer momento. Pero Camilo también era un hombre muy sabio que veía lo que no podían ver los demás.


—Yo sólo voy a estar aquí tres semanas. Y Pedro piensa que soy una pesada. Te aseguro que se alegrará cuando me vaya.


Camilo se rio.


—Eso es lo que quiere que pienses —dijo, apretándole la mano—. ¿Por qué no vas a visitarme la próxima vez que bajes al pueblo?


—Me encantaría.


—Yo vivo ahí —dijo el anciano, señalando una casa al otro lado de la calle.


Paula sonrió. Las próximas tres semanas empezaban a parecerle más agradables.




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