lunes, 28 de septiembre de 2020

EL DOCTOR ENAMORADO: CAPÍTULO 52

 


—¡Ana! —exclamó Pedro sorprendido.


—¿Ana? —gritó Paula, corriendo hacia a su amiga para invitarla a entrar en el comedor.


Ana se fundió con ella en un abrazo.


—Paula, cariño, ¿cómo estás? Estaba muy preocupada por ti. Llamé ayer a casa de Laura y me dijeron que ya no trabajabas allí. Teo y yo regresamos directamente a casa. Temía que hubieras tenido que alojarte en un hotel —miró la camisa desabrochada de Pedro y la bata de Sarah y su pecosa frente se sonrojó—. Pero parece que ya has encontrado un lugar en el que alojarte...


Paula ignoró su propio rubor.

—Te dije que no te preocuparas por mí. Estoy estupendamente. Pedro ha sido —lo miró con inmenso cariño— maravilloso...


—Sí, sí —respondió Ana—, de eso ya me he enterado.


En los ojos de Pedro apareció un brillo de diversión.


—Entonces, Paula —preguntó Ana con la voz un tanto tensa—, ¿has tenido alguna... nueva noticia?


Por la preocupación que detectó en su voz, Paula comprendió que temía hablar de su pérdida de memoria delante de Pedro.


—No pasa nada, Ana. Pedro está al corriente de todo. Y sí, he empezado a recuperar algunos recuerdos, pero todavía no sé quién soy.


—Algo es algo.


—Siéntate, Ana —la invitó Pedro—. Voy a preparar café.


—No, no puedo quedarme. Sólo quería decirle a Paula algo que puede ser importante —la inquietud de su rostro hizo que Paula concentrara en ella toda su atención.


—¿Qué ocurre, Ana? —le preguntó.


—Llamó a mi casa un desconocido preguntando por ti.


—¿Por mí?


—Dijo que le habían dado mi nombre en el hospital. Sabía que yo había pagado la cuenta de una paciente llamada Paula que había sufrido una severa pérdida de memoria tras un accidente.


El corazón de Paula comenzó a latir violentamente. Connor deslizó el brazo por sus hombros con expresión grave.


—Al parecer él estaba buscando a una mujer que desapareció el mismo día que tú ingresaste en el hospital. Una mujer llamada Paula —Ana se mordió el labio, nerviosa—. Te describió perfectamente. Yo temía decirle nada sobre ti. Sabía que tenías miedo de que alguien estuviera persiguiéndote, así que le dije que no había vuelto a verte desde que saliste del hospital.


Paula se balanceaba sobre sus pies, sintiéndose repentinamente desorientada. Pedro la estrechaba con fuerza contra él.


—¿Te dijo su nombre? ¿Dejó algún número de teléfono?


—No podía preguntarle su número de teléfono después de haberle dicho que no sabía nada de ti —exclamó Ana—. Pero sé el número desde el que estaba llamando. Tengo un identificador de llamadas en el teléfono.


—¿Y quién es, Ana? —Paula se aferró a la mano de Pedro—. ¿Cómo se llama?


—Mauro —contestó Ana—. Mauro Forrester.


Mauro. El nombre que ella repetía en sueños.


—¿Y te dijo cómo se llamaba la mujer a la que estaba buscando?



—Dijo que podía responder al nombre de Paula Chaves o al de Paula Chaves Tierney.




1 comentario:

  1. Wowwwwwwwwwwwwwww, qué revelación!!!!!!!!!! Ojalá recupere su pasado sin alejarse de Pedro. Está buenísima esta historia!!!!

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