miércoles, 3 de junio de 2020

MAS QUE AMIGOS: CAPITULO 22




La realidad era que lo sentía por mucho más, aunque reconocer algunas de las cosas que le pasaban por la cabeza no ayudaría en nada. 


Esa noche lo había sacudido, incluso antes de que el estúpido de Ivan Carey hubiera entrado en la ecuación. El único pensamiento que tenía en la pista de baile había sido saber si Pau había fantaseado alguna vez con hacer el amor con él. Se agachó para sacar otra cerveza de la mininevera y el sonido alto e inesperado de una risa femenina hizo que alzara la cabeza con brusquedad sin pensar en el borde de la barra.


—¡Ay!


—¡Bien! ¡Te lo tienes merecido!


La cara de Paula exhibía una mueca de satisfacción malvada, que hizo que él pensara si le había estado leyendo la mente. «¡Lo que me faltaba!», pensó, llevándose la mano al punto palpitante justo encima de la oreja.


—¿Sangra? —preguntó ella, cuando él bajó la mano y la inspeccionó.


—Lamento decepcionarte. Lo mejor que podemos esperar es un dolor de cabeza.


—Quizá eso abotargue tu exceso de libido que proyecta un matiz sexual en todo —musitó. «¡Cielos!», pensó Pedro. «¡Le había leído la mente!»— Apoya la botella en la cabeza.


—¿Eh? —parpadeó.


—El frío frenará la hinchazón.


—¿Mi libido?


—¡Así es! —se burló—. Ni la Antártida lo conseguiría. Me refiero a tu cabeza.


—Oh, es verdad —siguió su consejo e hizo una mueca ante el contacto—. Explícate.


—El frío parará...


—¡Eso no! Explica qué te resultó tan gracioso hace unos momentos.


—Oh... tu suposición de que me retiraba de nuestro «matrimonio» porque estoy loca por Ivan—le clavó la vista como láseres al rojo—. Jamás dije eso.


—Tú dijiste...


—Sé exactamente qué dije —indicó con altivez—. Y no fue eso. Lo entendiste mal.


—¿Entendí mal « Odio decirte esto, Pedro, pero nuestro matrimonio se acabó. Ivan Carey acaba de entrar en el ascensor»?


—¡Sí! —exclamó—. ¡Lo entendiste mal! —cruzó la estancia con el ceño fruncido—. Deja que te vea la cabeza.


No había ninguna simpatía evidente en su voz, pero los ojos tenían una expresión claramente más suave. Pedro apartó la botella e inclinó la cabeza, y unos segundos después los dedos de ella se movieron entre su pelo para tantear el pequeño chichón.


La sensación hormigueante que experimentó podría haber sido causada por el golpe, pero, en ese caso, lo mismo le había sucedido a sus hormonas, porque era como si estuvieran en Disneylandia.


Unos profundos ojos azules miraron los suyos mientras continuaba acariciándole el cráneo.


—¿Te duele mucho? —preguntó con voz blanda por la preocupación—. No parece muy hinchado.


—¿No? —preguntó; «sigue así y no tardará en hincharse», pensó, y de inmediato se aclaró la garganta—. Es como el infierno —en realidad, una mejor comparación era el cielo, pero no se había quedado del todo estúpido.


Paula le quitó la botella de la mano y con suavidad la apoyó contra la zona golpeada. La acción la aproximó más a él, y estar emparedado entre sus suaves curvas y la barra reactivó el recuerdo de la sensación de tenerla moldeada a su cuerpo en la pista de baile.


—La cuestión, Pedro —dijo, sin tener ni idea del efecto que obraba en él—, es que Ivan Carey sabe que yo no estoy casada, contigo ni con nadie.


—Hmm —volvió a respirar hondo, tratando de identificar su perfume, que comenzaba a envolver sus sentidos—. ¿Y?


—¿Y? —se impacientó y dejó la botella con fuerza sobre la barra y planto la cara a unos centímetros de la de él—. Puede que engañemos a sir Lujuria y lady Lascivia, pero no a Ivan. ¿Comienzas a entender algo de lo que quiero decirte? —lo único que deseaba Pedro en ese momento era poner las manos en sus caderas, pegarla a él y lamer esos labios fruncidos hasta que se separaran para él. De pronto ella se dirigió al otro extremo de la habitación, mesándose el pelo—. ¡No puedo creer que Ivan haya elegido este hotel! —musitó—. Demonios, ni siquiera sé cómo pensamos que saldría bien aunque él no hubiera venido.


—Pau... Esto puede funcionar.


—Déjalo, Pedro. Nos hemos visto atrapados en nuestra taimada red y...


—No, todavía no.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario