martes, 23 de junio de 2020

A TODO RIESGO: CAPITULO 27




Florencia estaba frente al fregadero lavando las patatas que acababa de pelar para la cena de esa noche. Su hijo, Leonardo, se hallaba también en la cocina, abriendo una lata de cerveza. Bebía demasiado. Pero mientras solo fuese eso… su madre se conformaba. Eran las drogas lo que más la preocupaba. Una vez que empezaba por ese camino, ya no podía parar, y no podía permitirse pagar otro ingreso en el hospital. La próxima vez, Leonardo podía acabar yendo a prisión.


—¿Arreglaste ese grifo que goteaba en la casa Chaves?


—Si.


—¿Estaba Paula en casa?


—Cuando llegué no, pero apareció minutos después. Retiró la llave del escalón de la entrada. Supongo que no es tan confiada como lo era su abuela, o quizá el desconfiado sea su amigo.


—No trajo ningún amigo con ella.


—Entonces supongo que lo conocería aquí. Había un tipo con ella, y además se está quedando en la casa.


—¿Cómo lo sabes?


—No lo disimuló. Además, estuve echando un vistazo. Su ropa está en uno de los armarios. No en la habitación de Paula, aunque eso no significa que no estén durmiendo juntos.


—Cuidado con lo que dices. Paula no es de ese tipo de mujeres. Quienquiera que sea ese hombre, estoy segura de que solamente es un amigo.


—Ya, claro, mamá. Y supongo que su madre también era una dama muy virtuosa. Así fue como terminó teniendo a Paula.


—No sabes lo que está diciendo.


—Sé más de lo que tú crees —alzó la lata y bebió un buen trago de cerveza—. No me prepares nada para cenar. Esta noche voy a salir.


—Por favor, Leo, no te metas en problemas. Nada de drogas. Me lo prometiste.


—No podría comprarlas ni aunque las quisiera. Estoy sin blanca.


—Ojalá hicieras como Mateo Cox. Siempre me llama pidiéndome trabajo. Y trabaja de maravilla. Puedo recomendarlo a todo el mundo con la conciencia bien tranquila.


—¿Quieres que sea como Mateo Cox? Qué gracia. Yo preferiría ser una estrella de cine, o un famoso jugador de baloncesto, alguien realmente rico.


Minutos después Florencia oyó el portazo que dio al salir. Como de costumbre, volvería tarde.


Y ella acabaría preocupándose. Tal vez ahora estuviera sin blanca, pero tarde o temprano se las arreglaría para conseguir dinero para drogas. 


No le gustaba pensar que podía acabar robando; para estar bien segura, jamás se le ocurría mandarlo a trabajar a ninguna casa a no ser que ella estuviera con él. Era muy triste que una madre no pudiera confiar en su propio hijo. 


Casi se alegraba que su marido no estuviera allí para verlo.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario