lunes, 15 de junio de 2020
A TODO RIESGO: CAPITULO 2
Paloma se dirigió al otro extremo de la tienda para echar un vistazo a las ofertas y de paso al nuevo visitante.
Paula escogió varios pares de sandalias y se dirigió a la caja dando un rodeo, evitando pasar al lado de Paloma con el consiguiente riesgo de que le hiciera más preguntas. No funcionó.
Paloma la llamó desde el fondo de la tienda.
—Paula, ¿no irás a quedarte tú sola en la vieja casona de tu abuela, verdad? Está tan aislada y solitaria en esta época del año…
—Es una casa como cualquier otra.
—Eres mucho más valiente que yo. Jamás me quedaría sola en una casa tan enorme.
«Gracias, Paloma por haberle facilitado tantos detalles al desconocido que acaba de dejar de mirar las camisetas para mirarme a mí», se dijo Paula. Era improbable que diera la casualidad de que aquel tipo fuera un asesino en serie, pero aun así sintió tina punzada de inquietud. La última vez que se había quedado sola en la casa de la playa, en medio de su proceso de ruptura con Joaquin Hardison, había tenido problemas para conciliar el sueño y la había despertado hasta el menor ruido nocturno.
«Todas las casas antiguas tienen fantasmas», recordaba que solía decirle su abuela. «Pero solo se te aparecen los fantasmas que guardan secretos ocultos. El resto simplemente viven en los felices recuerdos que albergan las paredes de cada casa». Si eso fuera cierto, los fantasmas de la casa de su abuela estarían probablemente muy ocupados pensando en sus deliciosas tartas y en los maravillosos días de verano y castillos de arena, limonadas y baños de sol. Pero entonces, ¿por qué de repente se sentía tan sola y vulnerable ante la perspectiva de quedarse en la casa que siempre había querido tanto?
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