sábado, 4 de abril de 2020

RECUERDAME: CAPITULO 30





Pedro sabía que la discusión con su madre estaba detrás de esa respuesta y debería haberse mostrado más comprensivo. Pero la compañía que había creado su bisabuelo estaba perdiendo dinero y había que detener la sangría. 


De modo que, en lugar de asegurarle que prefería estar con ella, se oyó decir a sí mismo:
Bueno, por lo menos podrás llamar al amable señor Gauthier para que te haga compañía si las noches te parecen demasiado largas y solitarias.


Paula lo miró, perpleja.


—¿Qué has dicho?


Me has oído.


—Sí, te he oído —dijo ella, con los ojos llenos de lágrimas—. Imagino que la mitad de la isla piensa lo mismo.


Tú no eres la única que está cansada de las separaciones, Paula. Si hubiera querido vivir una vida de soltero no me habría casado.


—Tal vez ése ha sido el error —suspiró ella—. Pero como tienes tan poca confianza en mí, tal vez lo que deberíamos hacer es poner fin a lo que nunca ha sido una historia de amor.


¿Y dejar la puerta abierta para que aquel artista entrase en su terreno? Ni muerto.


—Fueran cuales fueran las razones para nuestro matrimonio, la realidad es que estamos casados y yo he hecho todo lo posible para que funcionara. Tú tienes toda la libertad que quieres para hacer lo que te plazca y yo no tengo la menor intención de divorciarme, Paula.


Me da igual lo rico y famoso que seas. No pienso seguir sufriendo por el privilegio de ser la esposa de Pedro Alfonso. No quiero estar con un hombre que se casó conmigo por compasión...


No me casé contigo por compasión, Paula.


Yo sé muy bien por qué te casaste conmigo: porque creías que era tu obligación.


Sí, cumplir con mi obligación siempre ha sido importante para mí.


—¿Entonces cómo explicas esto? —tomando una revista de la mesa, Paula le mostró la portada, en la que aparecía Pedro saliendo de un restaurante con una rubia alta y bronceada con un vestido blanco prácticamente invisible.


No puedo —suspiró él—. Y no voy a mentirte. Cuando estoy trabajando a menudo tengo que cenar con empresarios y sus esposas, muchas de las cuales son muy atractivas. Pero yo no conozco de nada a esta mujer. No sé quién es y
te aseguro que no recuerdo haber hablado nunca con ella.


—Tú y yo tampoco pasamos mucho tiempo hablando la noche que nos conocimos —dijo Paula entonces—, pero eso no impidió que...


—Sé muy bien cómo terminó la noche. Cometí un error y estoy haciendo lo posible por enmendarlo. Pero si estás decidida a tirar la primera piedra, permite que te recuerde que fue tanto culpa mía como tuya. Lo único que tenías que haber hecho era pedirme que parase.


Pedro se marchó después de eso y una hora después estaba en el jet con rumbo a Milán.


Pero al día siguiente recibió una llamada de la policía. Había habido un accidente en Pantelleria: un coche se había salido de la carretera, cayendo por un acantilado a unos cinco kilómetros de su casa. Sebastian había sufrido lesiones poco importantes, pero Paula estaba en coma y el conductor, Yves Gauthier, había muerto


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