lunes, 2 de marzo de 2020
LUZ, CAMARA Y... BESO: CAPITULO 44
Brian ganó el premio en su categoría. Aunque tenía motivos para estar enfadada con él, era imposible no sentirse contenta. El aplauso del público fue ensordecedor. Le sonrió llena de admiración, aquélla era su noche, y ella se lo debía. Era lo que Constanza hubiera hecho de estar allí.
Brian avanzó hacia el escenario saludando a la gente.
Su discurso de agradecimiento fue corto y sencillo, dirigido a la persona que más se lo merecía, aunque nadie supiera quién era.
—Para mi amor —dijo para terminar el discurso—. Sólo tú sabes lo que esto significa para mí, sólo tú me conoces realmente. Gracias.
No miró a nadie en particular, pero todos se volvieron hacia Paula. Ella, en cambio, sabía perfectamente a quién se había dirigido Brian.
Mientras tanto, Kurtz y un alto ejecutivo de AusOne al que no conocía se felicitaban el uno al otro, como si Brian hubiese ganado aquel premio gracias a ellos.
Una cámara se acercó de repente a ella mientras Brian abandonaba el escenario entre aplausos.
—Vaya discurso, Paula —le preguntó el periodista—. ¿Cómo te sientes después de esta dedicatoria?
¿Que cómo se sentía? Sólo era capaz de pensar en Constanza. En que estaría en aquellos momentos sola, sentada frente al televisor, viéndolo todo sin poder celebrarlo, viendo al hombre que amaba en el momento álgido de su carrera y sin poder compartirlo.
Viendo a otra mujer sentada en su lugar.
Paula se volvió hacia la cámara.
—Creo que cualquier mujer de este planeta se emocionaría al escuchar un discurso como ése del hombre al que amara —dijo Paula.
En ese momento, Brian regresó a la mesa entre los aplausos de todo el mundo, y Paula le sonrió. Entonces las luces volvieron a apagarse y Pedro se levantó y desapareció.
—¿Qué sucede? —le preguntó Brian en voz baja.
—¿Por qué no me lo contaste? ¿Por qué no me dijiste que Pedro estaba detrás de todo?
Brian la miró unos instantes en silencio.
—¿De qué hubiera servido?
—Tenía derecho a saberlo.
—¿Y hubiera sido mejor?
—Sí, al menos no me habría enterado de esta manera —respondió Paula apesadumbrada.
—Eso es verdad —admitió Brian—. Pero también lo es que nadie sabía lo que iba a ocurrir.
—¿Es que no fue todo idea de Pedro?
—No. ¿Por qué crees eso?
Paula le miró sin saber qué responder.
—Cuando entramos en la limusina, la reacción de Pedro no fue la de un hombre que supiera lo que estaba sucediendo. Estaba tan sorprendido como nosotros —y volvió sus ojos hacia Kurtz—. Él, en cambio…
—¿Crees que Kurtz estaba ya al tanto de todo?
—Hasta hace bien poco, Pedro creía que yo era un mujeriego, ¿recuerdas?
—¿Y qué?
—Pues que eso significa que la cadena no confía en él. Creo que Kurtz hizo todo esto para cargarse a Pedro, para dejar claro su poder sobre él.
¿Sería cierto? Lo que estaba diciendo Brian cuadraba con lo que Pedro le había contado. Era posible que Pedro hubiera estado constantemente intentando protegerla, adaptándose a la situación, mientras Kurtz pensaba nuevas formas de sacar provecho de la situación.
De pronto, lo vio todo claro, lo vio desde la perspectiva de Pedro. Había estado todo el tiempo luchando por protegerla a ella e intentando, al mismo tiempo, salvar su carrera, que era lo que más quería en el mundo.
Tenía que hablar con él. Cuanto antes.
Entonces, oyó el ruido de la puerta que daba al vestíbulo y le vio salir.
Ignorando las exhortaciones de Carla, fue corriendo tras él esquivando las mesas que se interponían en su camino.
No podía marcharse así, no antes de que se conociera el nombre del premiado en su categoría.
Entonces, al salir al vestíbulo, se encontró de frente con la última persona que le hubiera gustado ver.
—Vaya, vaya… Mira a quién tenemos aquí.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario