lunes, 23 de marzo de 2020

ANTES DEL AMANECER: CAPITULO 60




—Lo de los zapatos marrones no demuestra que estemos hablando del mismo hombre —observó Pedro—, aunque la posibilidad existe. Me gustaría decírselo a Bob, e informarle también de que el agresor llevaba un pasamontañas. Hasta el momento, los médicos no han consentido que la interrogue la policía.


—¿Incluso el FBI piensa que la agresión no se debió simplemente a un intento de robo frustrado?


—Están revisando todas las opciones.


Paula le pasó su móvil para que hiciera la llamada.


—Quiero irme ya, mami —se quejó Kiara, a su lado.


—Ahora nos vamos, corazón. Dentro de unos minutos. ¿Te gustaría comerte un helado antes de salir?


—Sí. ¿Puede ser un cucurucho?


—Claro que sí. Tan pronto como Pedro termine de hacer la llamada, iremos a la heladería.


Y con un poco de suerte, pensó, se quedaría dormida durante las tres horas que tardarían en llegar a la casa de Pedro.


Pedro marcó el número y se retiró a un rincón de la sala de espera. Inquieta como siempre, Kiara se soltó de su mano y se puso a hablar con un policía que se hallaba cerca de la puerta:
—Hola.


—Hola, pequeña. ¿Cuántos años tienes?


—Cuatro, pero voy a cumplir cinco.


Paula la dejó estar. Al policía parecía haberle caído en gracia. Más que molestarlo, lo estaba entreteniendo.


—¿Es usted Paula Chaves?


Paula se volvió para mirar al enfermero que acababa de hacerle la pregunta.


—Sí.


—Al doctor Purdue le gustaría hablar con usted unos minutos.


—¿El doctor Purdue?


—El médico que está atendiendo a la señora Jackson.


—¿Pasa algo malo?


Como el hombre no respondió inmediatamente, sospechó al momento que así era. Su expresión era apagada, sombría.


—No sé exactamente de qué desea hablarle. Simplemente se enteró de que había venido a ver a la señora Jackson y me preguntó si aún no se había marchado.


—¿Dónde está?


—En su despacho. Yo la llevo.


—Tendrá que esperar a que mi amigo haya terminado de hablar por teléfono para que pueda echar un vistazo a mi…


Buscó a Kiara con la mirada. El policía ya no estaba al pie de la puerta. Y Kiara no aparecía por ninguna parte.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario