domingo, 15 de marzo de 2020

ANTES DEL AMANECER: CAPITULO 35




Frente al espejo del cuarto de baño, con la navaja barbera en una mano, Pedro se preguntó por última vez si realmente quería acabar con aquella barba que tan bien simbolizaba al arisco granjero en que se había convertido. Era una máscara bajo la que esconderse. La había llevado durante tanto tiempo que dudaba si reconocería la cara que se ocultaba detrás.


Pero Paula tenía razón. La barba daba calor en verano. Y era más adecuada para un granjero cultivador de manzanas, que para alguien implicado en la investigación de los enterramientos de unos bebés anónimos. Antes, cuando investigaba o protegía a alguien, procuraba siempre pasar desapercibido. Cosa difícil de conseguir con aquel aspecto de montañés.


De modo que la barba tenía que desaparecer. 


Reacio, consciente de que una vez que empezara ya no habría vuelta atrás posible, alzó la navaja y se dio una primera pasada. La hoja cortó el hirsuto pelo, que empezó a caer por su pecho desnudo, hasta el lavabo.



2 comentarios: