miércoles, 26 de febrero de 2020

LUZ, CAMARA Y... BESO: CAPITULO 28




Brian se relajó sin dejar de seguir atentamente los acontecimientos. Paula le miró inquisitivamente. ¿Por qué le había tenido que decir lo del beso?


—Le he contado todo —dijo él.


—Así es mucho mejor —añadió Constanza.


Paula sonrió sintiéndose culpable. Había sido una egoísta al besar a Brian, no se había parado a pensar en las personas a las que podía hacer daño.


—Lo siento mucho —admitió—. No sabía que Brian tenía novia.


—Claro que no —replicó Conztanza—. Soy la Ana Frank del mundo de la televisión, vivo en el ático del anonimato.


Paula miró a Brian.


—¿Cuánto tiempo lleváis juntos?


—Desde el instituto.


¿Tanto tiempo?


—Pero… ¿Y todas esas…? —se interrumpió Paula, aunque demasiado tarde.


—¿Mujeres? —apuntó Constanza—. Vamos, dilo. Estoy perfectamente enterada.


—Mentiras —dijo Brian—. Es una cortina de humo. Cosas de la televisión. Suscita la curiosidad de la gente. Y le hace las cosas más fáciles a Coti.


A Paula todo aquello le resultaba muy difícil de creer.


—Cree que al hacerlo me protege —dijo Constanza con una mezcla de furia, orgullo y frustración.


Paula pensó que los sentimientos entre ellos estaban muy arraigados, que eran muy profundos. ¿Cuándo encontraría ella alguien que la defendiera con aquella lealtad?


—Pero nunca había besado a nadie —continuó Constanza—. Nunca, hasta ayer.


Paula contuvo la respiración. ¿Cómo había podido complicarle tanto las cosas a Brian?


—Fue todo culpa mía, Constanza. Quiero decir… Yo… Le utilicé para demostrar algo, eso es todo. Lo siento mucho.


—Pues vaya comedia —comentó Constanza—. ¿Qué estabas intentando demostrar?


—Eso es asunto suyo, Coti —dijo Brian en un tono en el que Paula nunca le había oído hablar, y Constanza agachó la cabeza.


Paula comprendió quién llevaba los pantalones en aquella relación. Aunque las apariencias hicieran pensar otra cosa.


—Sí, lo siento… —musitó Constanza.


Paula se agitó incómoda. Después de lo que había hecho, le debía algo a aquella mujer.


Pedro Alfonso.


—¿Maverick? —preguntó la mujer intrigada—. ¿En serio?


—¿Maverick?


—Bueno, así es como yo le llamo. Es el as de la industria. Y atractivo. Un tipo peligroso, ya sabes.


Como apodo, la verdad era que le iba como anillo al dedo. Pedro siempre había sido un temerario. ¿Seguiría siéndolo? Su corazón se agitó de una forma que empezaba a resultarle muy familiar.


—En cualquier caso… El beso no fue por Brian —carraspeó Paula—. Simplemente era el hombre que tenía más cerca. Fue una víctima inocente.


—¿Víctima? —replicó Constanza—. Sí, seguro que tuvo que pasar un mal trago —ironizó.


El ambiente estaba tensándose por momentos, y Paula decidió cambiar de tema.


—¿De modo que te dedicas al diseño?


—Sí, sobre todo ropa gótica y punk —respondió Constanza observando la mesa de trabajo de Paula—. Veo que tenemos cosas en común.


—Sí, supongo que sí. ¿Quieres verlo?


Las dos mujeres se pusieron a mirar los últimos diseños de Paula.


—Veo todos tus programas —dijo Constanza sin mirarla—. Me gusta cómo lo haces. No es que me haga mucha ilusión la forma en que os habéis portado tú y Brian últimamente, pero… —se interrumpió para levantar la mano, impidiendo que Paula pidiera disculpas de nuevo—. No te preocupes, lo entiendo. Todo por la audiencia. No es extraño que hayan confiado tanto en vosotros dos.


Paula sabía que el asunto con Brian era bueno para el programa, aunque no lo hubiera planeado.


—Yo sé que no es real, mi familia lo sabe, nuestros amigos lo saben, pero a pesar de todo… Es doloroso verlo.


Paula asintió entendiéndola perfectamente. Si para ella era duro esconder lo que sentía por Pedro, no podía ni imaginarse lo que debía de ser ocultarle al mundo entero una relación como la de ellos dos.


Como presintiendo la desazón de Constanza, Brian se acercó a ella por detrás y la abrazó. 


Eran una pareja muy compenetrada. Brian parecía una persona distinta estando con ella, con el amor de su vida.


Sentía envidia.


—¿Qué hubiera pasado si le hubiera besado a propósito? —no pudo evitar preguntar Paula.


—Habría luchado por él —respondió Constanza sin dudar—. ¿Puedo pedirte un favor?


—Después de lo de ayer, puedes pedir los que quieras —respondió Paula.


—Basta con uno, pero es un favor muy grande. Te sonará un poco extraño, pero… ¿Te importaría seguir representando esta comedia con Brian? La verdad, me sentiría mucho más segura y tranquila sabiendo que eres tú. Te prefiero a ti que a cualquiera de esas… mujeres de la televisión —dijo en tono despectivo.


Paula lo pensó detenidamente. No había mentido al decir que le agradaba la compañía de Brian. Y desde que había descubierto que estaba felizmente enamorado de Constanza, se sentía mucho más tranquila. Además, ella no tenía ninguna relación que proteger.


—Será un placer —contestó finalmente mirando a Brian—. Lo haré hasta que termine mi contrato.


—Gracias —dijo Constanza llena de gratitud, tomándola de la mano con afecto.


A continuación, Contanza se disculpó por haber entrado en la caravana de Paula sin permiso y Paula se echó a reír. Fue entonces cuando Brian le dijo la hora que era y se despidieron a regañadientes. Paula les dijo que sería un honor volver a verles juntos.


Después de todo, a pesar del desastroso comienzo que habían tenido, Constanza y ella podían llegar a ser amigas. Necesitaba poder hablar y confiar en alguien en aquella ciudad.


—Brian… —dijo Paula antes de que se alejaran—. Hacéis una pareja maravillosa. Está hecha para ti.


—Lo sé —replicó él con los ojos llenos de amor.


Paula los observó alejarse. Aquélla era una mujer que lo tenía todo, que podía echarse a dormir tranquilamente, pero que no lo hacía. 


Seguía luchando día a día para fortalecer todavía más su relación, sin darse por vencida.


Era toda una lección.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario