miércoles, 26 de febrero de 2020
LUZ, CAMARA Y... BESO: CAPITULO 27
Brian entró con gesto serio en la caravana.
—Siento lo que va a suceder.
No dijo nada más. Brian entró seguido de una mujer de cara blanquecina y cerró la puerta.
Miró nerviosa a ambos. La mujer parecía incómoda y enfadada, pero permaneció en silencio.
Al fin, Brian rompió el hielo.
—Paula, te presento a Constanza, mi…
—¡Su novia!
La mujer señaló a Brian con el dedo y Paula supo en ese preciso momento que Constanza estaba mucho más enfadada con él que con ella.
Y por qué.
Contanza era joven y esbelta, pero nada más.
Tenía un cabello rojizo oscuro alborotado, una camiseta negra de manga corta con el nombre de un grupo de rock, botas altas de la marca Doc Marteen, una tonelada de maquillaje y al menos una docena de piercings.
¿Aquélla era la novia de Brian?
La sensatez le hizo no decir nada. Se levantó de la mesa y le ofreció su mano educadamente.
—Encantada de conocerte, Contanza.
Contanza, dubitativa, extendió su mano y se la estrechó. Paula observó que llevaba las uñas pintadas de rojo oscuro, a juego con su pelo.
Llevaba unos oscuros guantes largos que le llegaban hasta los codos.
—Son preciosos —dijo Paula con toda sinceridad.
—Los ha diseñado ella misma —intervino Brian.
Estaba intentando hacer las paces, no cabía la menor duda. Sin embargo, aun así podía percibir un leve orgullo en su tono de voz. Observó de nuevo a la mujer, que seguía mostrando su incomodidad.
—¿Habéis venido por lo de ayer?
Contanza no respondió, pero apretó los labios. Brian empezó a deambular nervioso por el fondo de la caravana. Observándolos detenidamente, Paula llegó a la conclusión de que aquello no había sido algo casual. ¿Cuánto tiempo habían…?
¡Oh!
—Lo de ayer fue culpa mía, Contanza. Brian no tuvo nada que ver.
—Eso no es lo que él dice —replicó la mujer con tristeza.
—Brian me debía una. Es un buen actor —dijo percibiendo la desconfianza de Contanza—. Y un buen amigo.
No pudo aguantar más. Los ojos Contanza se humedecieron y Paula corrió a por un pañuelo que tenía sobre la mesa.
—No… Echarás a perder el maquillaje.
Constanza tomó el pañuelo agradecida y se lo pasó delicadamente por los ojos para secarse las lágrimas.
—¿Estás de broma? A los góticos les encanta este look.
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