sábado, 18 de enero de 2020

SIN PALABRAS: CAPITULO 13




Un golpe firme sonó en la puerta. Paula se levantó, tomó un pañuelo para limpiarse la nariz y fue a abrir.


—Probablemente es la señora McNealy de al lado. Ha estado pasado diariamente para comprobarme.


Giró el pomo y abrió la puerta, mirando sobre su hombro. En un susurro dijo—: Espero no asustarla.


Su mirada inyectada en sangre se encontró con los cálidos ojos chocolate de Pedro. Su barbilla cayó al suelo. Parpadeó. El tiempo se congeló.


Las manos de Pau cayeron flácidas a sus costados. Miró la hermosa cara de Pedro y observó sus ojos nublados con preocupación.


Alicia se apresuró a su lado y abrió más la puerta.


—Es bueno verte de nuevo, Pedro —dijo en un tono relajado y alegre. Agarrándolo por el codo, lo acompañó hasta el sillón.


Paula observó la interacción como una espectadora en la escena de un accidente. ¿En verdad su suerte era así de mala?


—Sólo tengo que terminar de limpiar un derrame y me voy —dijo Ali, sonando calmada y como si el mundo de su mejor amiga no acabara de implosionar—. Me alegra que estés aquí para hacerle compañía.


El asintió.


Pasó junto a Pau y cerró la puerta, antes de regresar sobre sus pasos para enganchar el codo de Paula. Arrastrándola hacia la cocina, la depositó junto al fregadero. En una ráfaga de actividad Alicia puso la silla de pie, limpió el derrame y despejó la mesa. El florero fue llenado nuevamente y unos cuántos pétalos manchados fueron arrancados.


Pasó un trapo limpio bajo el chorro frío del grifo y lo usó para darle palmaditas a las mejillas y ojos de Pau.


—Estarás bien —dijo con voz fuerte y confiada—. Ahora es tu oportunidad de conocerlo mejor.


—Pero... —La barbilla de Pau tembló. Sus ojos escocían con lágrimas.


—Cariño, tenías razón. —Su mirada fue por encima de su hombro hacia Pedro, luego de regreso—. Es un gran tipo. Averigua si hay potencial para una relación entre ustedes.
Ali le besó la mejilla y susurró en su oído—: Llámame después. Quiero detalles.


En la puerta, se giró para mirar hacia el sillón. 


—Adiós, Pedro—Se despidió. 


En la puerta abierta, le dio la espalda a Pedro y le mostró a Pau un discreto pulgar arriba.


La puerta se cerró. Paula inspiró y trató de no entrar en pánico. Podía hacer esto.




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