viernes, 6 de diciembre de 2019

SECRETOS DE AMOR: CAPITULO 36




Pedro tuvo la delicadeza de ponerse colorado.


- Lo siento, tienes razón. No soy quién para meterme en tu vida. Perdona.


-Estás perdonado -murmuró Paula, intentando calmarse.


-Lo siento, de verdad. No sé por qué he dicho eso.


-Mira, Pedro, lo que quiero es que volvamos a ser amigos...


-No podemos ser amigos. Y tu sabes por que. -contestó él, atrapándola contra la balaustrada.


Paula no pudo hacer nada. Ni siquiera pudo protestar. Porque le gustaba el calor de su cuerpo. Le gustaba su proximidad. Y sabía que iba a besarla.


Fascinada, vio cómo bajaba la cabeza para buscar su boca y, con un suspiro, cerró los ojos, dejándose llevar por aquella abrumadora emoción.


-Abre los ojos -le ordenó Pedro-. Quiero que sepas que soy yo quien está besándote.


La besaba de forma exigente, apasionada, como decidido a aplastar cualquier señal de resistencia. No debería haberse preocupado; Paula no iba a resistirse. La besaba, pero no la estaba tocando, sus manos apoyadas en la balaustrada hasta que sus nudillos se volvieron blancos, hasta que con un suspiro se dejó caer sobre ella y Paula sintio la poderosa fuerza de su ereccion. El efecto fue Como echar Petróleo en una hoguera.


-Esto es una locura, pero no puedo luchar más -murmuró Pedro-. Me vuelvo loco mirandote, deseándote, sabiendo que tu marido te espera en casa... -entonces la tomó por los hombros sin poder evitarlo.


-No es... -empezó a decir Paula-. Mi marido... no está en casa.


-¿Quieres decir que os habéis peleado? ¿Te ha dejado? ¿Y qué soy yo, un premio de consolación? No pienso aceptar ninguna responsabilidad por los problemas que haya en tu matrimonio, Paula.


-¿Problemas...?


-Si Chris te ha dejado, la verdad es que no le culpo. Tonteas con cualquier cosa que lleve pantalones... mira lo que ha pasado esta noche con Seb.


-¿Qué estás diciendo?


-Pero si lo que estás buscando es un hombre rico que te mantenga, no cuentes conmigo.


Paula estaba incandescente de furia. Pensar que se había sentido culpable por darle una bofetada... aquel barbaro merecía muchas más.


-Mi marido no me ha dejado. Bueno, se fue, pero... ¿qué te importa eso a ti? ¿Y cómo te atreves a decir que estoy buscando un hombre rico? ¿Qué he hecho yo para que pienses eso? Ademas, has sido tú el que me ha besado...


-¿Y tú qué eres, una victima inocente? -replico Pedro-. ¿Por qué no somos sinceros de una vez y admitimos que nos sentimos atraídos el uno por el otro? Aunque un polvo rápido con mi secretaria ha perdido el encanto de repente... eres demasiado complicada.


-¿Cómo dices?


-Ah, y una cosa más, aléjate de Seb. Ya tiene bastantes complicaciones y te necesita a ti como necesita un tiro en la cabeza.




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