lunes, 30 de diciembre de 2019

HEREDERO OCULTO: CAPITULO 1





Paula Alfonso, que pronto volvería a ser Paula Chaves otra vez, estaba sentada a los pies de la cama del hotel, mirando el bastoncito de plástico que tenía en la mano. Parpadeó, notó cómo se le aceleraba el corazón, le daba un vuelco el estómago y se le nublaba la vista.


Aquello era tener tan mala suerte como que el avión que te llevara de luna de miel se cayese por el camino o que te atropellase un autobús después de que te hubiese tocado la lotería.


Qué ironía…


Soltó una carcajada y por fin dejó escapar el aire que llevaba conteniendo desde hacía unos minutos.


Estaba recién divorciada de un hombre que le había parecido el hombre de sus sueños, en un hotel del centro de Pittsburgh porque no sabía qué hacer con su vida después de que la hubiesen dejado tirada. Y, por si fuese poco, estaba embarazada.


Embarazada. De su exmarido, después de no haber conseguido tener un hijo con él en los tres años que habían estado casados, a pesar de haberlo intentado… o, al menos, de no haber intentado evitarlo.


¿Qué iba a hacer?


Se puso de pie, fue con piernas temblorosas hasta el escritorio que había en la otra punta de la habitación y se dejó caer en la silla. Le tembló la mano al dejar el test de embarazo encima de la mesa para tomar el teléfono.


Respiró hondo y se dijo a sí misma que podía hacerlo. Se dijo que era lo que debía hacer, reaccionase como reaccionase él.


No era un intento de volver a estar juntos. Ni siquiera estaba segura de querer hacerlo, ni aunque fuese a tener un bebé, pero él se merecía saber que iba a ser padre.


Marcó el número de teléfono sabiendo que sería su secretario quien respondiese. Renato Storch nunca le había caído bien. Era un hombre rastrero y adulador, que a ella la había tratado siempre como si fuese un fastidio, y no la mujer del director general de una empresa multimillonaria y de su jefe.


Renato respondió al primer tono con su voz chillona.


–Alfonso Corporation, despacho del señor Pedro Alfonso. ¿En qué puedo ayudarlo?


–Soy Paula –le dijo ella sin más preámbulos, la conocía de sobra–. Necesito hablar con Pedro.


–Lo siento, señorita Chaves, el señor Alfonso no está disponible.


A Paula le chocó que la llamase por su apellido de soltera, y que utilizase la palabra señorita. 


Seguro que lo había hecho a propósito.


–Es importante –le contestó, sin molestarse en corregirlo o discutir con él.


–Lo siento –insistió Storch–, pero el señor Alfonso me ha pedido que le diga que no tiene nada de qué hablar con usted. Que tenga un buen día.


Y luego colgó, dejando a Paula boquiabierta.


Sabía que Pedro estaba enfadado con ella. Su separación no había sido precisamente amistosa, pero jamás habría esperado que la tratase con tanta dureza.


En el pasado la había querido, ¿o no? Ella estaba segura de haberlo querido a él. Y aun así habían llegado a aquello, a ser como dos extraños, incapaces de hablarse de manera civilizada.


Pero eso respondía a la pregunta de qué iba a hacer. Iba a ser madre soltera, y sin el dinero y el apoyo de Pedro, que no habría aceptado aunque no hubiese firmado el acuerdo prenupcial. Así que iba a tener que cuidar de sí misma, y del bebé, sola.





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