lunes, 25 de noviembre de 2019

SECRETOS DE AMOR: CAPITULO 2





Sólo llevaba unos minutos caminando cuando las primeras gotas se convirtieron en una tormenta y tuvo que buscar refugio en la marquesina de una cafetería, colisionando con una joven que, evidentemente, había tenido la misma idea.


-¡Maldita sea! -la chica patino al detenerse bruscamente y Pedro tuvo que sujetarla para que no cayera al suelo. Pero al chocar con él se le deshizo el moño, dejando escapar una maravillosa cascada de pelo sobre sus hombros. 


Era de color ámbar, entre rubio y pelirrojo, y parecía fino como la seda.


-Si hubiera hecho caso de los «Diez consejos para sobrevivir a tu primer día en Londres» antes de salir de casa... -sonrió, sacudiendo una revista que llevaba en la mano-. El consejo número cuatro era llevar siempre un paraguas


-¿Y cuál era el primero? -pregunto Pedro.


Un par de enormes ojos grises se clavaron en él con solemnidad hasta que, literalmente, sintió que se estaba ahogando.


-Salir de casa con tiempo para no llegar tarde a ningún sitio... y yo llego horriblemente tarde. ¿Sabe que han cancelado el tren de las ocho y cinco sin dar ninguna explicación?


Era preciosa, pensó Pedro. De una belleza exquisita, tuvo que reconocer, sorprendido por su propia reacción. Él era un conocedor de la belleza femenina, pero había algo en aquella mujer, quizá la curva de sus pómulos y sus generosos labios, que despertaba una inesperada ola de deseo. Era esbelta y mas bajita que el. 


Parecía vulnerable, pero él sabía que las mujeres siempre eran más duras de lo que parecían.


-Seguro que su jefe entiende que no puede usted luchar contra el transporte público de Londres.- murmuró.


Pero ella negó con la cabeza, el pelo moviéndose como si fuera un halo alrededor de su cara.


-No estoy tan segura. Es un maníaco de la puntualidad... bueno, eso me han dicho.


-¿No lo conoce? -Pedro pensó en la coincidencia de que tampoco él conociera a la nueva secretaria. Su ayudante personal la había contratado a través de una agencia de empleo temporal... pero Margarita había descrito a la candidata como una chica muy sensata.


La mujer que tenía delante era una preciosidad, pero dudaba que la hubieran empleado por su sensatez; porque aquella chica era más bien... despistada. Como para probarlo, de repente pareció darse cuenta de que estaba en los brazos de un completo extraño y, al intentar apartarse, se le enganchó el pelo en un botón de su abrigo.


-Espere un momento -dijo Pedro.


Pero mientras intentaba desenganchar el mechón de pelo fueron empujados por una multitud de gente que intentaba cobijarse de la tormenta.


Al tenerla tan cerca se quedó sorprendido por la palidez de su piel, que era casi transparente, y por sus ojos de color gris verdoso rodeados de largas pestañas. Había algo muy sensual en que no llevara maquillaje... aparte de brillo en los labios. Su pelo olía a limón y a lluvia y tuvo hacer un esfuerzo para no enredar los dedos en él...



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