miércoles, 9 de octubre de 2019

LOS SECRETOS DE UNA MUJER: CAPITULO 31




Eso era lo último que Hernan hubiera esperado. 


Hora y media después, Margo y él seguían bailando.


—¿Dónde aprendiste a bailar? —le preguntó cuando la música bajó de intensidad.


—Vas a reírte de mí si te lo digo…


—Claro que no —le dijo él levantando ceremoniosamente la mano—. Lo prometo.


—Uno de mis estudiantes no conseguía aprobar italiano. Yo estudié ese idioma en la universidad e hicimos un trato. Yo le daba clases si él me enseñaba a bailar. Sabía de todo. Salsa, tango… Pero había un problema.


—¿Cuál?


—Él era bastante más bajo que yo, así que era un poco raro bailar con él.


—¿Fue mejor cuando comenzaste a bailar con otros?


—Bueno, nunca había bailado con ningún otro… Hasta esta noche, claro.


Aquello lo dejó sin palabras. Deseó no haberlo sabido.


—Te parece ridículo, ¿verdad?


—No, no —le dijo él—. Pero es mucha presión… Pensar que tengo que estar a la altura de tu profesor…


—Bueno, tú nunca podrías estar a su altura. Era casi un metro más bajo que tú…


Él rió con ganas. Se dio cuenta de que era su risa de verdad, no la que fingía todo el tiempo cuando intentaba que todo el mundo creyera que su vida era perfecta.


Ella también rió. Le encantaba ese sonido y le gustaba aún más ser el que estaba consiguiendo que se divirtiera. Tenía la sensación de que Margo no había reído demasiado. No sabía por qué sería así, pero decidió que lo descubriría antes de que terminara su periplo por el Caribe.



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